martes, 19 de julio de 2011

Caso No. 3

Una mujer de 29 años, casada, dos hijos, nivel académico de Primaria, empleada privada. Este es otro ejemplo de facilidad de orgasmos, pero de algo que ocurrió en sólo una ocasión y en un estado fisiológico particular: el embarazo. Nunca antes le había sucedido de esa manera y nunca había obtenido tanto placer como en ese momento. Eran los últimos días de la gestación, y apenas cinco días después de esta experiencia, tuvo su tercer hijo. Estaba en una cafetería, poco antes del mediodía, y ahí vio a un hombre a quien no conocía ni había visto antes. No puede explicar qué le ocurrió, pero sólo sabe que sintió muchos deseos de ese hombre; y su mirada hacia él fue cómplice de esos deseos. Al ver que cargaba varias fundas, el hombre le ofreció llevarla, y ella accedió. Cuando estaban cerca del lugar en el que ella se quedaba, y ya sintiendo que se le acababa el tiempo, y que tal vez nunca más se le iba a presentar otra oportunidad como ésa, le dijo, sin disfrazarle las palabras, que tenía muchos deseos, que algo así no lo había sentido nunca, y que en esos nueve meses de embarazo su esposo no la había "tocado". Le pidió que la llevara a un motel,porque quería que "eso" pasara. Y que la perdonara o la excusara, pero que no pensara mal de ella, sino que la viera sólo como una mujer que deseaba a un hombre. Ya en la habitación, sintió gran urgencia por orinar; pientras lo hacía, el deseo se disparó a sus niveles más altos, y realmente corriendo fue a la cama; en la misma posición de orinar le fue encima al hombre, y sólo con sentir que se iniciaba la penetración tuvo un orgasmo, y todavía sin consumarse ésta tuvo otro, y luego dos más, desplomándose sobre el hombre, que estaba boca arriba en la cama. Después, él la llevó hasta donde ella iba; días después lo llamó para decirle del nacimiento de su hijo, y desde entonces ninguno ha vuelto a saber del otro.


Comentario


Esta mujer había llevado, dentro de su matrimonio, una vida sexual normal y rutinaria. Con relaciones íntimas de una a dos por semana en los seis años que tenía casada, alcanzaba su orgasmo si no la mayoría de las veces, por lo menos en un porcentaje significativo de las mismas. Y en esos años no había tenido aventura alguna con otro hombre, aunque reconocía que en varias ocasiones había sentido el deseo de tenerlas, pero quizás lo que había faltado era la oportunidad para ello. Tal vez nunca se habían conjugado, como en ese día, circunstancias tales como un intenso deseo, un hombre desconocido que, por una u otra razón, le había dado vida a ese deseo, y un momento como ése, que ella había salido porque tenía que salir sin la necesidad de inventar alguna excusa. Es de interés que se tratara de un hombre a quien ella vio por primera vez ese día; y lo es porque tiende a pensarse que para llegar a su máximo placer la mujer necesita estar afectivamente compenetrada con ese hombre, amarlo, sentirse de él y él de ella.Y sin embargo en este caso se dio con un extraño, tras una serie de sensaciones y de deseos que brotaron en torrentes y se impusieron por encima de su propio razonamiento consciente y de lo que talvez una simple lógica elemental le dictaba. Y además, llevando dentro de sí un producto engendrado dentro de su matrimonio, un matrimonio que hasta ese día transitaba por la ruta de la normalidad, y que es muy probable que después de ese día vuelva a retomar la ruta interrumpida.


Este caso implica, también, la asociación entre deseos sexuales, respuesta sexual y embarazo. A todo lo largo de las semanas del embarazo, el deseo y la disponibilidad sexual varían, sin que pueda establecerse una regla que sea común a la mayor parte de las mujeres. Sin embargo, si algo deja entever este caso, es la necesidad del hombre de conocer las necesidades sexuales de su pareja en el largo periodo del embarazo. Basta recordar que, de acuerdo a lo referido por ella, su esposo no la había "tocado" en esos meses que ya llegaban a su fin.




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