martes, 19 de julio de 2011

Caso No. 2

Es una mujer de 32 años, soltera, un hijo, oficinista, nivel académico de Secundaria. Tiene la facilidad de lograr orgasmo, y de tener varios en rápida sucesión con una mínima estimulación entre uno y otro. Su pareja oficial, desde hace unos 15 años, es un hombre casado, que le dobla la edad, y que fue con quien se inició en la vida sexual. Ha mantenido esa relación estable, aunque nunca han vivido juntos. En todos esos años ha tenido unas cuantas aventuras, al parecer para romper con la monotonía de esa unión, y quizás como forma de paliar una tendencia depresiva, que presenta desde hace varios años. El coito genital no es de su preferencia, y aunque lo tiene, le sería mejor que no lo hubiera, sobretodo porque al inicio de la penetración experimenta algunas molestias locales, entre ellas dolor de intensidad leve a moderada. Sin embargo, como entiende las apremiantes necesidades de los hombres, lo permite y no da a demostrar lo que en esos momentos siente. En parte por eso, se siente cómoda en su situación, puesto que al no convivir con su pareja, por ser éste casado, no enfrenta a diario, rutinariamente, la posibilidad de tener que acceder a una relación íntima.


Su particularidad orgásmica la vive en lugares públicos, cuando existe la posibilidad de que puedan verla, y siempre ha sido en una de sus aventuras. En una ocasión, por ejemplo, ocurrió en un autobús del transporte interurbano. Sentada al lado de su pareja de ese momento, empezó a sentir ese fluir de sensaciones ya tan conocidas, y la cercanía del hombre y sus palabras surtieron su efecto, diciéndole ella que ya sentía que no podía resistir más, que la tocara por el brazo, por el hombro, por cualquier parte, y antes de que él lo hiciera y se repusiera de la sorpresa, tuvo ella un primer orgasmo, y luego varios más. Pero en silencio, sólo con un reprimido jadeo, por encontrarse en el lugar en que se encontraban. Después de un largo rato en el que pareció dormir, le refirió a su asombrado compañero que ella era así, y que en momentos como ése y en lugares así, sólo necesitaba saber que tenía un hombre a su lado y escuchar que éste le estuviera hablando. Y más tarde le dijo que nada más tenían que acariciarla, abrazarla, o simplemente tocarla en cualquier parte descubierta de su cuerpo,para ella vivir el placer y poder alcanzar más de un orgasmo.


Comentario


Este caso comparte con el primero la facilidad para logar un orgasmo, y más aún, orgasmos múltiples, diferenciándose básicamente en lo siguiente: mientras el primero nunca ha tenido relaciones sexuales, éste tiene un largo historial de vida marital salpicado de aventuras ocasionales; y mientras el primero siente temor de estar en un lugar público, tales lugares constituyen el principal incentivo para este segundo caso.


Tiene interés que en este caso la facilidad orgásmica se dé en una mujer que no se siente a gusto con el coito genital, con la penetración, y que sea la cercanía de un hombre, sus palabras, y un furtivo contacto físico, todo lo que ella necesita para el logro de su máximo placer. Otro ingrediente lo constituye su tendencia depresiva, con clara inclinación a las recurrencias, dentro de un marco de sostenido malestar anímico, de leve intensidad. Y esto tiene interés porque no es raro ver que personas con esta constitución psíquica tiendan a buscar aventuras sexuales con la intención de atenuar en algo ese malestar, a través de la excitación implícita en cada encuentro sexual. Sin embargo, y por lo general, los resultados no son los esperados, y entonces el disgusto y el fastidio siguen a estas relaciones, lo que profundiza aún más las manifestaciones depresivas.

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