martes, 26 de julio de 2011

Caso No. 7

Una mujer de 26 años, casada, tres hijos, no trabaja, nivel académico de Secundaria. Su vida sexual ha transcurrido nada más dentro de su matrimonio, a lo largo de ocho años. Cuando tiene relaciones sexuales, para poder llegar al orgasmo, tiene que imaginarse a una joven vecina suya, tiene que pensar en ella, porque si no lo hace así, no lo logra. Y esa mujer no es homosexual, nunca ha tenido ni deseos ni relaciones homosexuales. Un día, de repente, le ocurrió eso. La imagen de esa joven le llegó en el momento de un encuentro sexual con el marido. La vio con toda claridad, como si estuviera ahí. Y tuvo su primer orgasmo,o lo que ella reconoció como tal, porque nunca había sentido algo así en sus años de mujer casada. Desde entonces, sólo puede alcanzar orgasmo si piensa en ella; sólo necesita tener en su mente la imagen de esta joven, pero sin pensar en nada que estuvieran haciendo, sino nada más verla en su imaginación.


Comentario


Esta mujer, para llegar al orgasmo, necesita de una fantasía de corte homosexual porque es con otra mujer; sin embargo, ella expresa no haber tenido nunca, por lo menos en el plano consciente, deseos homosexuales, ni generalizados ni dirigidos específicanmente hacia alguien. Empero, esta fantasía no puede calificarse rigurosamente como sexual, porque lo que a ella le viene es la imagen de su joven vecina, y aunque llega en el momento en que está teniendo sexo, no contiene ninguna actividad sexual con ella. Otro ingrediente de interés es que esta fantasía se impuso de repente, le llegó un día de manera inesperada, sin ella estarla pensando ni buscando. Su respuesta inicial fue de sorpresa, pero dados sus resultados, terminó imponiéndose, hasta llegar a convertirse en el requisito necesario para llegar al orgasmo.

domingo, 24 de julio de 2011

El poder de la fantasía

Los cuatro casos que vienen a continuación, del número 6 al número 9, corresponden a cuatro mujeres, que ya sea para alcanzar orgasmo o para que éste sea de de mayor intensidad, necesitan recurrir a la fantasía, al uso de la imaginación. Ella lo es todo, o bien, permite trascender el momento presente del contacto físico.


Caso No. 6

Es una mujer de 38 años, casada, cuatro hijos, nivel escolar de Secundaria. Su vida conyugal está dentro de lo usual, sin sobresaltos aparentes, que en sus 18 años de matrimonio ha conocido una sexualidad rutinaria con experiencia de orgasmos ocasionales. Y para esta mujer, de apariencia común, sus grandes orgasmos los alcanza sentada a la mesa, en los momentos en que junto a su esposo e hijos comparte la comida del mediodía. Mientras comen, ella imagina que debajo de la mesa hay un hombre, cualquier hombre, no uno que ella conozca, y que lentamente le abre las piernas, la besa por sus muslos, le quita su prenda más íntima, y aplica su boca, labios y lengua por todo su pubis,por sus genitales, y en especial en esa carnosidad superior que es para ella el máximo centro de placer. Y todos siguen comiendo, y todos hablan, y nadie se da cuenta que esa madre y esposa que tan diligentemente preparó esa comida, está excitadamente concentrada en esa fantasía, en ese hombre imaginario a quien ella le va impartiendo, mentalmente, la orden de que le haga lo que todos están haciendo en ese momento: "¡cómeme, cómeme¡", y esa orden la va alternando con otra que se da a sí misma: "¡como, como¡" ; y de esa manera, ese "¡como, cómeme¡", repetidos constante e insistentemente a lo largo de la comida, la van preparando para ese momento final que llega después que todos se han levantado, han salido, y ella queda sola, en apariencia recogiendo la mesa, pero en realidad sola con sus emociones, sola con ése su hombre, que sólo vive para ella,precisamente en esos momentos en que todos viven para comer. Y aunque algunas veces el orgasmo la ha sorprendido antes que los demás se levanten, nadie se ha dado cuenta, porque esos orgasmos son silenciosos, apenas un quejido poco audible, que fácilmente puede perderse en el barullo de final de la comida.

Comentario

Este es un caso de fantasía heterosexual, pero de sexo oral, que ocurre dentro del ambiente que quizás mejor define la unión familiar, que es el momento de la comida del mediodía, cuando la familia se sienta en torno a la mesa. Essta mujer inserta su amante imaginario en ese momento. Y ese amante sólo le proporciona placer a ella, sin procurar el suyo propio. Por este ingrediente, podría pensarse que esta mujer ha percibido siempre al sexo como algo que está al servicio del hombre, para el placer del hombre. Para ella, el sexo es egoístamente masculino, y talvez la elección del momento de la comida representa la mejor venganza contra eso, ya que también la comida es algo que ella prepara, principalmente, para el gusto y satisfacción de los otros. Y esto puede llevar, quizás, a una generalización que permita comprender uno de los factores que pueden incidir en por qué muchas mujeres llegan a preferir el sexo oral a ellas más que la penetración: el primero es para ellas, lo segundo para ellos. Es notorio, además, el control que esta mujer ha logrado conseguir sobre la manifestación de su orgasmo; quizás sus años de matrimonio la han llevado a ello.

Aunque fisiológicamente el orgasmo es contracción de grupos musculares de la vagina (en especial del tercio externo), del útero y del periné, así como potenciales eléctricos cerebrales particulares, por lo general tienden a producirse quejidos, rumiaciones, vocalizaciones, y a veces verbalizaciones incoherentes e incongruentes. Y es tal la intensidad que pueden llegar a alcanzar todas esas expresiones, que en uno de esos tantos hoteles de paso que tiene la ciudad se vieron precisados a colocar un letero en la hoja interior de la puerta con la inscripción "CONTROLE SU PAREJA", en obvia alusión al hombre para la mujer.

viernes, 22 de julio de 2011

Caso No. 5

Una mujer de 45 años, casada, tres hijos, nivel de Secundaria, modista, con el negocio dentro de su casa. Pasa por un estado depresivo ligero asociado a un sentimiento de culpa; y ese sentimiento de culpabilidad tiene su origen inmediato y aparente en la única vez que, en sus más de 20 años de casada, tuvo una aventura extramarital con un desconocido en un encuentro casual, aunque el descoocido no lo era tanto sino que era también conocido, pero de una manera peculiar. Y en ese encuentro de ese día fue cuando se descubrió como mujer, cuando supo todo el potencial que tenía, potencial que no había podido descubrir en sus largos años de matrimonio.


Esperaba un transporte público, cuando pasó un hombre en un motor. Al parecer, éste dio la vuelta a la cuadra porque volvió a pasar, pero esta segunda vez algo más despacio y mirándola fijamente, en lo que permitía el desplazamiento del motor. Y volvió a pasar, y la miró, y se detuvo, discretamente, unos pasos adelante. Ella, algo sorprendida, se dio cuenta de lo que eso significaba, y un poco titubeante, vio para todas partes, esperó unos segundos, como dando tiempo, pero sin saber a qué ni por qué; y fue a su encuentro, ya íntimamente convencida que era por ella que él se había detenido allí. Después de un muy breve diálogo subió al motor, y poco antes de llegar a la primera esquina, ya habían acordado cambiar la ruta y dirigirse a un lugar en el que había varios kioskos que la gente utilizaba, principalmente, cuando se requería de un sexo rápido, algo así como para momentos de emergencia. Ya dentro del kiosko, y ya decidida a lo que haría, fue cuando supo que ese desconocido era profesor de una de sus hijas, pero no un profesor más, sino aquel de quien su hija siempre hablaba, de quien ella siempre contaba sus ocurrencias, su sentido del humor, y de quien su hija decía que era el profesor que más quería. Muchos pensamientos la invadieron, sentimientos encontrados chocaron en su interior..., pero ya era tarde. Ya no podía (¡ni quería¡) volver atrás. Y se entregó a ese hombre, a ese desconocido, a ese profesor de su hija , a ése, el profesor más querido por su hija. Y descargó en él todo aquello contenido en los muy largos años de su matrimonio, aquello que le había negado siempre a su esposo, aquello que siempre se había negado a sí misma. Y ahí se descubrió como mujer, ahí, en ese lugar con todas sus incomodidades, con ese hombre de quien tanto hablaba su hija, sobretodo cuando la familia comía unida, lo que procuraban hacer la mayor parte de los mediodías. Y de tantos mediodías oir hablar de ese profesor, ya su nombre era parte de la familia, porque era una presencia cotidiana en la comida familiar.


Comentario


Esta mujer no tenía historial psiquiátrico, nunca había ido a una consulta de psiquiatría, ni había tomado medicamentos de los que se indican en esa especialidad médica. Su malestar depresivo estaba ligado a su sentimiento de culpa, a una sensación de culpabilidad por lo ya hecho, porque sentía haber manchado su papel de esposa y madre, pero más el de madre que el de esposa. No es raro observar, sin embargo, a madre e hija compitiendo por un hombre, una quitándole el amante a la otra, aunque no se sea plenamente consciente de esa realidad. Pero, aun dentro de su malestar, esa mujer sabía, y reconocía, que ese día lo llevaría como el gran día de su vida.


Este es otro ejemplo de una mujer que llega a la cima de su placer con un desconocido, aunque el desconocido lo era sólo relativamente, ya que era el profesor más querido por su hija, y de quien ella siempre oía hablar en la casa. Hay que recordar que cuando ella se enteró quién era, ya estaba totalmente decidida, por lo que puede vérsele como realmente un desconocido. No hubo, en consecuencia, en su esencia original, competencia madre-hija, ni consciente ni no consciente. Después, en la consecución y logro del placer, esta realidad pudo haberse impuesto, en uno o todos los planos de su psiquismo. Y determinar el logro de su máximo arrebato, de su inmenso y gran goce.

miércoles, 20 de julio de 2011

Al placer con un desconocido. Caso No. 4

El placer tiene sus enigmas. A veces para obtenerlo se necesita conocer bien a la otra persona, amarla, admirarla, sentirse parte de ella; pero en otras ocasaiones no es así, y el placer viene con un desconocido, con alguien a quien se ve por primera vez.

Caso No. 4

Mujer de 30 años, en unión consensual, dos hijos, nivel de Primaria, labores del hogar. Vive desde hace ocho años con un hombre que trabaja como obrero no cualificado en una industria del sector de Herrera. En ese tiempo ha tenido tres aventuras fuera del marco de su unión consensual, todas de sólo una vez, de nada más una ocasión, con hombres a los que nunca más ha vuelto a ver. Y en las tres ocasiones ha conocido al hombre de manera casual, cuando salía a realizar alguna diligencia propia de la casa. Incluso, en una de ellas había salido a llevarle la comida a su marido, comida que ella misma le había preparado. Cuando esperaba un transporte público, pasó un hombre en su carro y le hizo señas sugiriendo que la llevaba. Ella accedió, y con su cantina en las manos, subió al carro. En el trayecto le refirió que llevaba la comida de su marido, porque éste sólo disponía de una hora para comer, y por la distancia no podía ir a la casa. Todos los días ella hacía lo mismo: prepararle y llevarle la comida. Y los dos comían juntos, en la explanada frontal de la industria. Al terminar, ella regresaba a la casa para continuar con las labores cotidianas.

Ya casi al llegar, faltando apenas dos cuadras, comentó que todavía quedaban unos 45 minutos para la hora de la comida; y como refirió, este comentario lo hizo porque no había notado en el hombre algún interés hacia ella, y había empezado a sentir que ésa era otra oportunidad que se le presentaba y que no podía desperdiciarla. El hombre parece que entendió el sentido de ese comentario, parece haber peercibido el deseo y la necesidad ocultos tras esa en apariencia inocente expresión. Minutos después, entraban al reservado de un hotel. Y ahí todo ocurrió. Esa mujer alcanzó, en dos ocasiones sucesivas, la cima de su placer... y la cantina esperando en silencio el momento en que llegaría, como todos los días, a su destino, y sería testigo de otra comida familiar en los frentes de la nave industrial.

Comentario

En los años de vida marital que tenía, nunca había alcanzado el orgasmo; esto sólo había ocurrido en esas tres aventuras ocasionales, inesperadas, con hombres desconocidos. Y ella sentía querer a su marido, sentía tener amor por ese obrero que vivía para su casa, que era responsable con el sostenimiento del hogar, y a quien ella no le había conocido otra mujer. Pero eran oportunidades que se presentaban..., y su historia le decía que sólo en situaciones como ésas era que ella vivía y sabía lo que era el placer.

martes, 19 de julio de 2011

Caso No. 3

Una mujer de 29 años, casada, dos hijos, nivel académico de Primaria, empleada privada. Este es otro ejemplo de facilidad de orgasmos, pero de algo que ocurrió en sólo una ocasión y en un estado fisiológico particular: el embarazo. Nunca antes le había sucedido de esa manera y nunca había obtenido tanto placer como en ese momento. Eran los últimos días de la gestación, y apenas cinco días después de esta experiencia, tuvo su tercer hijo. Estaba en una cafetería, poco antes del mediodía, y ahí vio a un hombre a quien no conocía ni había visto antes. No puede explicar qué le ocurrió, pero sólo sabe que sintió muchos deseos de ese hombre; y su mirada hacia él fue cómplice de esos deseos. Al ver que cargaba varias fundas, el hombre le ofreció llevarla, y ella accedió. Cuando estaban cerca del lugar en el que ella se quedaba, y ya sintiendo que se le acababa el tiempo, y que tal vez nunca más se le iba a presentar otra oportunidad como ésa, le dijo, sin disfrazarle las palabras, que tenía muchos deseos, que algo así no lo había sentido nunca, y que en esos nueve meses de embarazo su esposo no la había "tocado". Le pidió que la llevara a un motel,porque quería que "eso" pasara. Y que la perdonara o la excusara, pero que no pensara mal de ella, sino que la viera sólo como una mujer que deseaba a un hombre. Ya en la habitación, sintió gran urgencia por orinar; pientras lo hacía, el deseo se disparó a sus niveles más altos, y realmente corriendo fue a la cama; en la misma posición de orinar le fue encima al hombre, y sólo con sentir que se iniciaba la penetración tuvo un orgasmo, y todavía sin consumarse ésta tuvo otro, y luego dos más, desplomándose sobre el hombre, que estaba boca arriba en la cama. Después, él la llevó hasta donde ella iba; días después lo llamó para decirle del nacimiento de su hijo, y desde entonces ninguno ha vuelto a saber del otro.


Comentario


Esta mujer había llevado, dentro de su matrimonio, una vida sexual normal y rutinaria. Con relaciones íntimas de una a dos por semana en los seis años que tenía casada, alcanzaba su orgasmo si no la mayoría de las veces, por lo menos en un porcentaje significativo de las mismas. Y en esos años no había tenido aventura alguna con otro hombre, aunque reconocía que en varias ocasiones había sentido el deseo de tenerlas, pero quizás lo que había faltado era la oportunidad para ello. Tal vez nunca se habían conjugado, como en ese día, circunstancias tales como un intenso deseo, un hombre desconocido que, por una u otra razón, le había dado vida a ese deseo, y un momento como ése, que ella había salido porque tenía que salir sin la necesidad de inventar alguna excusa. Es de interés que se tratara de un hombre a quien ella vio por primera vez ese día; y lo es porque tiende a pensarse que para llegar a su máximo placer la mujer necesita estar afectivamente compenetrada con ese hombre, amarlo, sentirse de él y él de ella.Y sin embargo en este caso se dio con un extraño, tras una serie de sensaciones y de deseos que brotaron en torrentes y se impusieron por encima de su propio razonamiento consciente y de lo que talvez una simple lógica elemental le dictaba. Y además, llevando dentro de sí un producto engendrado dentro de su matrimonio, un matrimonio que hasta ese día transitaba por la ruta de la normalidad, y que es muy probable que después de ese día vuelva a retomar la ruta interrumpida.


Este caso implica, también, la asociación entre deseos sexuales, respuesta sexual y embarazo. A todo lo largo de las semanas del embarazo, el deseo y la disponibilidad sexual varían, sin que pueda establecerse una regla que sea común a la mayor parte de las mujeres. Sin embargo, si algo deja entever este caso, es la necesidad del hombre de conocer las necesidades sexuales de su pareja en el largo periodo del embarazo. Basta recordar que, de acuerdo a lo referido por ella, su esposo no la había "tocado" en esos meses que ya llegaban a su fin.




Caso No. 2

Es una mujer de 32 años, soltera, un hijo, oficinista, nivel académico de Secundaria. Tiene la facilidad de lograr orgasmo, y de tener varios en rápida sucesión con una mínima estimulación entre uno y otro. Su pareja oficial, desde hace unos 15 años, es un hombre casado, que le dobla la edad, y que fue con quien se inició en la vida sexual. Ha mantenido esa relación estable, aunque nunca han vivido juntos. En todos esos años ha tenido unas cuantas aventuras, al parecer para romper con la monotonía de esa unión, y quizás como forma de paliar una tendencia depresiva, que presenta desde hace varios años. El coito genital no es de su preferencia, y aunque lo tiene, le sería mejor que no lo hubiera, sobretodo porque al inicio de la penetración experimenta algunas molestias locales, entre ellas dolor de intensidad leve a moderada. Sin embargo, como entiende las apremiantes necesidades de los hombres, lo permite y no da a demostrar lo que en esos momentos siente. En parte por eso, se siente cómoda en su situación, puesto que al no convivir con su pareja, por ser éste casado, no enfrenta a diario, rutinariamente, la posibilidad de tener que acceder a una relación íntima.


Su particularidad orgásmica la vive en lugares públicos, cuando existe la posibilidad de que puedan verla, y siempre ha sido en una de sus aventuras. En una ocasión, por ejemplo, ocurrió en un autobús del transporte interurbano. Sentada al lado de su pareja de ese momento, empezó a sentir ese fluir de sensaciones ya tan conocidas, y la cercanía del hombre y sus palabras surtieron su efecto, diciéndole ella que ya sentía que no podía resistir más, que la tocara por el brazo, por el hombro, por cualquier parte, y antes de que él lo hiciera y se repusiera de la sorpresa, tuvo ella un primer orgasmo, y luego varios más. Pero en silencio, sólo con un reprimido jadeo, por encontrarse en el lugar en que se encontraban. Después de un largo rato en el que pareció dormir, le refirió a su asombrado compañero que ella era así, y que en momentos como ése y en lugares así, sólo necesitaba saber que tenía un hombre a su lado y escuchar que éste le estuviera hablando. Y más tarde le dijo que nada más tenían que acariciarla, abrazarla, o simplemente tocarla en cualquier parte descubierta de su cuerpo,para ella vivir el placer y poder alcanzar más de un orgasmo.


Comentario


Este caso comparte con el primero la facilidad para logar un orgasmo, y más aún, orgasmos múltiples, diferenciándose básicamente en lo siguiente: mientras el primero nunca ha tenido relaciones sexuales, éste tiene un largo historial de vida marital salpicado de aventuras ocasionales; y mientras el primero siente temor de estar en un lugar público, tales lugares constituyen el principal incentivo para este segundo caso.


Tiene interés que en este caso la facilidad orgásmica se dé en una mujer que no se siente a gusto con el coito genital, con la penetración, y que sea la cercanía de un hombre, sus palabras, y un furtivo contacto físico, todo lo que ella necesita para el logro de su máximo placer. Otro ingrediente lo constituye su tendencia depresiva, con clara inclinación a las recurrencias, dentro de un marco de sostenido malestar anímico, de leve intensidad. Y esto tiene interés porque no es raro ver que personas con esta constitución psíquica tiendan a buscar aventuras sexuales con la intención de atenuar en algo ese malestar, a través de la excitación implícita en cada encuentro sexual. Sin embargo, y por lo general, los resultados no son los esperados, y entonces el disgusto y el fastidio siguen a estas relaciones, lo que profundiza aún más las manifestaciones depresivas.

UNA FACILIDAD POCO USUAL. CASO No. 1

Por lo general, el orgasmo es algo que gran parte de las mujeres no logra con facilidad. Muchas requieren de condiciones particulares, tanto de la pareja como del ambiente, para que esta respuesta pueda presentarse.




Caso No. 1




Una mujer de 20 años, soltera, estudiante universitaria, con una relación estable de noviazgo, y que expresa gran temor ante la posibilidad de tener su primer contacto sexual. Ella entiende que eso va a ocurrir pronto, que es difícil retrasarlo más. Y es que de sólo estar cerca de su novio la invaden múltiples sensaciones que amenazan a cada momento con un estallido de placer; y cuando de pie los dos, él la abraza, el estallido ocurre en una sucesión de dos o tres orgasmos repetidos que la hacen literalmente desvanecerse. Aunque nunca ha tenido relaciones sexuales, conoce muy bien lo que son las sensaciones del orgasmo a través de la masturbación, la que realiza con cierta frecuencia desde su adolescencia. Esta forma de ella responder al abrazo del novio la ha llevado a limitar tanto las ocasiones como la forma de bailar, por temor a que uno de esos desvanecimientos le ocurra en la pista de baile. Y si eso es así, piensa ella, qué será después que tenga sexo por primera vez. Se ve dominada por la imposibilidad de controlarse y deseando más cada vez con hombres diferentes. Esto la aterroriza porque entraña la posibilidad de prostituirse, de acuerdo a su apreciación, y esa probabilidad choca de frente con sus concepciones morales; en este contexto, no ve mal el masturbarse porque entiende que es un hecho normal.




Comentario




Si existiese una denominación diagnóstica para este caso, sería la de Orgasmo precoz o prematuro, como contraparte de lo que en el hombre se clasifica como Eyaculación Precoz o Prematura. Y precisamente es esa extrema facilidad orgásmica lo que la llena de miedo y temor. Les ha preguntado a otras, ha indagado con amigas y conocidas, y no ha encontrado a nadie así, sólo ella; y en esa singularidad, en ese no más nadie, es que ve ella que alguna anormalidad debe tener.




El temor de esta joven recuerda otros temores que pueden verse en la práctica psiquiátrica. Hijos de alcohólicos, por ejemplo, pueden llegar a desarrollar un terror a probar el aocohol porque entienden que si lo prueban ya no podrían controlarse y se impondría su herencia biológica. Este mismo temor se maneja en la institución de Alcohólicos Anónimos para lograr la sobriedad de sus miembros. Por eso los de este grupo se dicen cada día que hoy no van a tomar y que mañana será otro día, lo que repetido temprano en cada jornada los preserva de volver al alcohol: el temor tiene aquí un valor preventivo. Y se sabe de violadores y paidofílicos que desde la cárcel han expresado que no los dejen libres porque volverían a hacer lo mismo. Pero estos ya han cometido los hechos, en tanto que nuestra joven no, por lo que su temor es un temor a priori, un temor anticipatorio, una especie de señal de alarma de lo que podría venir.

lunes, 18 de julio de 2011

Extraños casos sexuales

Este libro contiene los casos sexuales más extraños que el autor ha conocido. Lo extraño o poco común de ellos radica en la manera o forma necesarias para obtener el placer sexual. Sin embargo, es probable que algún lector haya oído de casos más raros que los referidos aquí; y es así, porque no son estos los más extraños casos sexuales, sino que lo son entre los que han llegado a conocimiento del autor, bien en su práctica profesional, o referidos por otros psiquiatras; o bien de manera personal, por confidencias, ya que es frecuente que individuos se acerquen al psiquiatra y le comuniquen sobre comportamientos que consideren llamativos, ya sea de ellos mismos o de otros. Y decimos que es probable que algún lector sepa de casos más raros, porque cualquier persona, por común y corriente que parezca, puede ser, en sí, uno de esos casos raros. Sólo tenemos que pensar que por lo general nadie conoce la intimidad sexual de sus más ceercanos familiares, cómo son en esos momentos, cómo se comportan, qué hacen para lograr su placer. Y de esa manera, es probable que el más raro de todos los casos sea el de quien más cerca esté de nosotros, y de quien nada sabemos en la esfera de su propia intimidad.


Hacemos la presentación de este libro con el interés de contribuir al conocimiento de algo tan humano como lo es su tema central.




Diferencias entre el hombre y la mujer


Lograr el placer no es igual para el hombre y la mujer. Quizás la diferencia básica resida en la facilidad con la cual el hombre lo consigue, y la dificultad que enfrenta la mujer para lograrlo. Esto se pone de manifiesto con sólo ir a una librería y detenerse en el departamento de sexualidad humana. Ahí se verán libros con títulos parecidos a Cómo lograr el orgasmo, El camino al orgasmo, Qué hacer para llegar al orgasmo, todos ellos dirigidos a la mujer. En cambio, no se verá ningún libro dirigido al hombre que tenga como título algo así sobre Cómo eyacular, Qué usted debe hacer para eyacular, y si en tal caso existiera un libro que tratara el tema, su título sería más bien sobre Qué hacer para no eyacular. Sólo hay que recordar que algunas filosofías intentan que el hombre consiga el control eyaculatorio, que no eyacule, bajo premisas hipotéticas de gasto energético. Y aunque eyacular podría no ser sinónimo de orgasmo masculino, sí lo es para fines prácticos, y constituye la evidencia para la otra persona que se llegó a él. Y la diferencia se pone también de manifiesto en que la sexología diagnostica y trata la condición conocida como Eyaculación Precoz, en tanto que no reconoce como su igual la que sería su contraparte femenina u Orgasmo Precoz o Prematuro. Y es que la trascendencia de una no es la de la otra: la primera deja, por lo general, el sabor amargo de la insatisfacción a cada miembro de la pareja, mientras que la segunda puede dejar a ambos satisfechos, y sobretodo, inmprime en el hombre una cierta sensación de orgullo.


Probables causas de esas diferencias


Esa facilidad con la que el hombre alcanza su eyaculación, y esa dificultad que tiene la mujer para lograr su orgasmo, parecen encontrar su razón de ser en el papel que ambas funciones o reacciones juegan en la reproducción de la especie. La reproducción se consigue a través de la fecundación, hecho que ocurre cuando el espermatozoide penetra en el interior del óvulo; para que haya espermatozoide el hombre debe eyacular, mientras para que haya óvulo no es necesario que la mujer tenga orgasmo. La ovulación es un fenómeno cíclico que se presenta, en condiciones normales, cada mes durante el ciclo reproductivo de la mujer, que se extiende desde su primera menstruación o menarquia, hasta su última menstruación o menopausia. Y la ovulación sucede fuera del conocimiento de la mujer, sin intervenir en ello para nada su control consciente o el ejeercicio de su voluntad, y mucho menos el placer experimentado al momento de una relación sexual. En cambio, la eyaculación, vía de expulsión de los espermatozoides, requiere que el hombre experimente, en ese momento, la sensación del placer. Entonces, desde esta perspectiva reproductiva, el orgasmo masculino con su eyaculación es una necesidad, en tanto que el orgasmo femenino es una especie de lujo: del segundo se puede prescindir, del primero, no. En términos de impuestos fiscales, la eyaculación es un aartículo de primera necesidad, por lo que su carga impositiva sería mínima, mientras que el orgasmo femenino no es de primera necesidad, por lo que su carga impositiva sería mayor. Esto se pone de relieve hasta en las técnicas utilizadas para la fertilización in vitro o fecundación en laboratorio, en las que el óvulo se obtiene sin mediación alguna del placer en tanto que para obtener los espermatozoides es necesario que el hombre se masturbe, a menos que no se emplee otro procedimiento. Es por esa razón primordial por la que se eyacula con tanta facilidad, mientras que lo mismo no ocurre con el orgasmo femenino. Y esta diferencia permite comprender otra diferencia fundamental entre el hombre y la mujer: la búsqueda del sexo. Y esto puede expresarse en estos términos o en términos parecidos: como el hombre siempre se satisface, siempre quiere sexo (y lo busca), y como la mujer no siempre se satisface, no siempre quiere sexo. Por eso es que es tan difícil encontrar un hombre que renuncie al sexo, y en cambio no es raro encontrar una mujer que haya renunciado al mismo, temporal o definitivamente, bien por presiones personales, familiares, sociales o de otra índole.


El razonamiento anterior permite, por igual, comprender el por qué las desviaciones sexuales son más frecuentes en el hombre, y algunas casi exclusivas del varón. Y es que el hombre no sólo encuentra siempre su placer, sino que lo encuentra siempre, indepenndientemente de cuál sea el sujeto u objeto que se lo proporcione. Y ese objeto o sujeto puede ser una mujer, un animal, un cadáver, un vegetal, una fruta, el tallo o tronco de determinada planta, un hoyo en la tierra o en una pared, u otro hombre. Y aunque en estas condiciones no hay posibilidad de reproducción, el principio que las rige es el mismo: la obtención del placer. Y es que, en última instancia, eyacular es una respuesta genéticamente programada, y ésa es su fuerza; el orgasmo femenino, aaunque con base genética, no tiene la fuerza y penetrancia de la eyaculación, y en consecuencia, requiere en gran medida del estudio, la enseñanza, el aprendizaje.


Una posibilidad futura de cambio


Todo lo expresado mantendrá su validez hasta que se imponga la clonación como forma de reproducción humana. Porque entonces la reproducción será asexuada, y la única célula germinal que importará será el óvulo. Insertado en él una célula somática de la persona a clonar, así se reproducirá. Será el fin de una larga era y el inicio de otra nuva. Y le diremos adiós a los espermatozoides...

Extraños casos sexuales