viernes, 11 de noviembre de 2011

Sólo la prenda de tus prendas. Caso No. 18

Es un profesional universitario, de alto nivel socio económico, casado desde hace unos 25 años, tres hijos, cuya principal fuente de gratificación sexual son las prendas más íntimas de las prostitutas. Para conseguirlas, su terreno preferido es la Avenida Duarte, en horas de la noche, cuando un tramo de ella se llena de estas mujeres. Desde su automóvil observa, y cuando cree haber encontrado la ideal para esa noche, se detiene y la aborda. Hace el acuerdo, y la lleva a un lugar lejos de ahí. Entonces, ya estacionado, saca una pequeña funda, y de ella su contenido que muestra a la mujer: dos bragas de buena marca. Y le dice que no quiere tener sexo, que lo que quiere es cambiarle la suya por esas dos. Pero antes de proceder a la transacción, hace siempre esta pregunta: "¿desde cuándo lo tienes puesto?" (Esta pregunta es así porque aquí las bragas popularmente se conocen como pantis) Y la respuesta que da la mujer es lo que inicia el proceso de excitación sexual, que será mayor mientras más horas le diga ella que la lleva sin habérsela quitado. Entonces, ahí mismo, se despoja ella de la suya y se procede al cambio. Le paga su servicio, generalmente más de lo que habían acordado, y la regresa al mismo lugar donde la encontró.

Ahora se dirige a su casa, pero todo el trayecto va oliendo aquella prenda, y cada vez que realiza una inhalación profunda se dice en voz baja:"¡Huele a rosas¡". Llega a su casa con ella en un bolsillo, va hacia el baño, cierra la puerta, y empieza a bañarse. Para esto, convierte la braga en un sombrero, y la pone como tal en su cabeza; y luego, la envuelve y toma en sus manos para con ella untarse el jabón y estregarse como si fuese una esponja. Y en esa acción, toma con ella su miembro y se masturba. Cuando ha terminado, la introduce dentro de la misma pequeña funda que llevó las dos que le dio a la mujer, la guarda bien, hasta tener la oportunidad de botarla a un zafacón, sin que nadie lo vea. Y luego, a su vida normal de esposo y padre, a la institución pública donde labora, y al consultorio que tiene para el ejercicio privado de su carrera como reconocido profesional.

Comentario

Este caso, tan lejano social, económica, cultural, y académicamente, y hasta en edad y condición civil al No. 17, comparte con aquel una misma atracción preferencial: haber convertido las bragas en objeto de idolatría sexual. Pero su particularidad es que sigue una especie de ritual, porque cada vez que hace lo que hace, da los mismos pasos, la misma secuencia, cumpliendo un programa preestablecido por él mismo. Y esto lo sitúa en el terreno de los rituales obsesivos-compulsivos. Y como se ve, no utiliza la mujer para lo que se supone debía utilizarla, sino que sólo hace un trueque con ella, y además le paga, culminando así una operación estrictamente comercial.

Para él, como para el anterior, sólo importa la prenda más íntima de la mujer, no la mujer.

domingo, 16 de octubre de 2011

SOLO LA PRENDA DE TUS PRENDAS

Para algunos, la gratificación sexual sólo es posible al entrar en contacto directo con una prenda utilizada por alguien del otro género, en especial cuando se trata de una que esté en estrecha unión con las zonas íntimas. Esto, aunque puede verse en mujeres, también es más frecuente en hombres.

Caso No. 17

Es un adolescente masculino, de 17 años, quien nunca ha tenido relaciones sexuales. Desde hace unos tres años, sustrae ropa interior femenina, exclusivamente bragas, que encuentra tendida en cordeles, secándose al sol, luego de haber sido lavadas. Se las lleva, y ya con ellas en la intimidad de su habitación, las palpa, las huele, las besa, las frota por su cuerpo, y tomándolas con su mano derecha, envuelve con ellas su miembro, para entonces auto complacerse en una frenética masturbación.

Un día, a eso de las 6 de la tarde, vio una mujer que venía caminando en dirección contraria al Sol, con una falda blanca transparente, y creyó ver que portaba unas bragas de color rojo. Como estaban en un lugar relativamente solitario y frente a ellos había un solar vacío, la atacó, la llevó al solar, y tras un brusco forcejeo, le arrancó su prenda y salió huyendo en dirección a su casa.

No podía entender lo que le pasaba, era algo que nunca había experimentado, una sensación tan grande, porque era la primera vez que tenía entre sus manos una no robada de un cordel sino obtenida directamente del cuerpo de una mujer. Y la olía, la besaba, la estrujaba contra su cara, contra su pecho, no sabía qué hacer, era como un frenesí, como un torbellino que lo invadía por completo, y en ese estado de confusión fue a la cocina, tomó cebolla, ajo, ají, salsa, la cortó en trocitos, echó todo en un sartén, lo revolvió, lo tiró en un plato, y ahí mismo, en la cocina, se comió todo aquello. Luego, ya calmado, fue a su habitación, se acostó, y quedó dormido por varias horas.

Comentario

Este caso convirtió las bragas en un objeto de idolatría sexual. Después de un proceso de hurtos de estas prendas de cordeles, cedió ante un impulso momentáneo al ver aquella mujer que la luz del sol dejaba traslucir sus bragas, e hizo algo que nunca había hecho y que luego pensó que no era posible haberlo hecho: atacar a una mujer para despojarla de su prenda íntima. Y dominado por ese remolino de emociones, ingirió ese objeto último de sus deseos. El estado que le sobrevino después de esa acción, que fue el de quedar dormido por horas, es similar al estado de placidez que queda después que alguien, creyente convencido de sus creencias, ingiere simbólicamente el cuerpo de su deidad.

sábado, 15 de octubre de 2011

Pasión caprina

Tanto hombres como mujeres recurren a animales para su gratificación sexual Por lo general, esto es más frecuente en hombres, y sobre todo en jóvenes del medio rural. Ahí es usual que hombres, en especial adolescentes, utilicen para estos fines diversos animales, como burras, chivas, puercas, vacas, becerras, e incluso aves de corral, como gallinas, patas, pavas, gansas. Y en el medio urbano, no es raro que mujeres utilicen por igual perros, la mayor parte de las veces para placer oral. Algunos llegan a desarrollar una auténtica pasión por un determinado animal, sustituyendo en su preferencia a cualquier ser humano.

Caso No. 16

Es un hombre de 27 años, casado, dos hijos, comerciante, con nivel académico de Bachillerato, originario del interior, con alto nivel económico y social, matrimoniado con una joven de igual o mejor posición socio económica. Siempre se ha considerado sexual mente bien dotado, tanto en sus atributos anatómicos como en sus capacidades y habilidades para satisfacer a su pareja; y por esta auto apreciación entiende que el mayor golpe que podría recibir en su vida es que una mujer de él se le entregue a otro. Pero su verdadera pasión son las chivas, esas caprinas que tanto se ven por la Línea Noroeste y por algunas partes del Sur del país. Por eso le gusta tanto ir a su pueblo, y en especial pasar días en una de las fincas de su familia, porque ahí hay chivas, muchas chivas. Para obtenerlas, construyó una trampa en el patio, cerca de la habitación en la que duerme, para poder escuchar cuando una chiva caiga en ella. Y tiene la seguridad de que será una chiva y no un chivo, porque a estos animales los encierran en corrales diferentes de acuerdo a su género: los chivos en uno, las chivas en otro. Entonces, antes de irse a la cama, abre la puerta del corral de las chivas. Y se acuesta a esperar. Cuando escucha el característico ¡catapún¡ que le indica que una chiva cayó, entonces se levanta y sale, a la hora que sea, a consumar su pasión. Esto lo hace esté solo o en compañía de su esposa, a quien deja tranquilamente durmiendo en su cama. De acuerdo a lo que refiere "quien prueba una chiva no vuelve con una mujer", y habla de lo cálido que es su interior, de las contracciones que pueden provocársele mordiéndole una oreja o golpeándola suave y repetidas veces en la parte anterior del hocico. Pero aunque dice eso que dice, es un hombre de intensa vida sexual, de acuerdo al número de mujeres que ha tenido a lo largo de sus años de vida. Y ha mantenido una relación conyugal en apariencia estable, a pesar de ocasionales asomos de separación.

Comentario

Como se trata de un hombre que ha conocido en la intimidad a un considerable número de mujeres, que las ha tenido de muy diversas características, hay que pensar que lo que las chivas representan para él como gratificación sexual, como objetos de placer, es algo muy particular y de gran fuerza de atracción. Porque vuelve siempre con ellas, por haber diseñado y construido una trampa para ellas, por esperar que una caiga sin importarle estar acostado con su esposa, y por dejar a ésta, a cualquier hora de la noche o la madrugada, para irse con la chiva, exponiéndose incluso a los peligros que puedan acechar a esas horas en un campo.

Las chivas son lo único constante, duradero y estable en su vida sexual; son su verdadera pasión.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Mirar, sólo mirar

Ciertas personas se gratifican sexualmente sólo con mirar a otras en momentos de intimidad, bien sea que estén solas o en pareja teniendo relaciones. Ya vimos en el caso no. 13 un ejemplo de ello, en el que una de las dos mujeres se gratificaba masturbándose mientras miraba a su amiga tener sexo. En términos generales, esto es más frecuente en hombres, y su forma habitual es la de espiar a mujeres cuando están en el baño o en su habitación o en cualquier otro lugar, sin que sepan que las están observando. Los recursos y la preparación del individuo pueden darle un toque particular a esta condición.



Caso No. 15



Es un hombre de 29 años, soltero, no hijos, profesional universitario, que cursa el último año de una especialidad. Su vida sexual ha sido escasa, sin haber tenido una relación estable. Desde hace varios años obtiene su placer observando parejas de hombre y mujer mientras tienen relaciones sexuales. El hombre es siempre un amigo, un conocido; la mujer, una prostituta a quien él le paga su servicio. Los lleva a su apartamento, les brinda bebida y comida, los atiende bien, y una vez que todo está listo para que la pareja empiece, él se encierra en el baño contiguo a la recámara, y desde ahí, cómodamente sentado en un pequeño sillón, contempla la escena a través de una abertura cuidadosamente disimulada en la puerta. Previamente les ha dado las instrucciones de lo que tienen que hacer, que incluye un amplio repertorio de caricias, tanto manuales como orales, y les hace hincapié en que lo último debe ser el coito, pero sin eyaculación, ya que ésta tiene que ser en el exterior, sobre el cuerpo de la mujer, en un área previamente seleccionada por él, y que varía en las diferentes ocasiones. Mientras todo eso ocurre, él se masturba, administrándose de manera tal que su final se produzca al unísono del final del hombre.



Comentario



El hombre es más propenso que la mujer a excitarse sexualmente a través de la vista, por lo que ve. Es raro, por ejemplo, que estando una pareja en una habitación, sea el hombre el que apague la luz o pida que esto se haga. Por lo general, el hombre quiere ver, eso le excita; la mujer, en cambio, prefiere la penumbra, una luz tenue o ninguna luz, quizás porque eso le brinda una mayor sensación de intimidad, de privacidad, lo que la mayor parte de las veces es esencial para la concentración necesaria que llevará finalmente al orgasmo.



Este caso mantiene un ingrediente también visto en el caso 13: el de autocomplacerse mientras se mira a una pareja teniendo relaciones sexuales. Y en ambos podría pensarse en un componente homosexual. En éste, está en que el hombre tiene que eyacular fuera de la vagina, sobre el cuerpo de la mujer, y es cuando este profesional observa eso que entonces él hace lo propio. Podría agregarse a esta interpretación que el hombre de la pareja es siempre un amigo o conocido del profesional. Sin embargo, esto parece obedecer más bien a la facilidad de conseguirlo, y a que, por eso, no tiene que pagarle a él su servicio.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Caso No. 14

Estas dos amigas, de 24 y 21 años, solteras, sin hijos, empleadas públicas, nivel académico de Secundaria, viven en el interior, no juntas, y vienen a la ciudad de Santo Domingo sólo para quedarse de un día para otro con un hombre a quien conocieron una tarde mientras almorzaban en la cafetería de un centro comercial. Se van a un motel, nunca a la casa del hombre, que aunque vive solo, ellas ni siquiera saben dónde es que reside.

Las relaciones sexuales él las alterna con las dos, primero una y luego la otra. Nunca ellas han hecho algo entre ellas, y nada más en una ocasión, de las más de quince que se han visto, las dos lo acariciaron al mismo tiempo. Es como si cada una estuviera sola con él; incluso, mientras tiene relaciones con una, la otra, acostada en la misma cama, da la espalda y hace como si no estuviera ahí, o camina por la habitación, o va al baño, o a cualquier otro sitio más apartado que haya en el lugar. Y cada una logra su orgasmo en cada relación, o en el mayor número de ellas, de manera intensa, y con profusión de gritos y quejidos. Y siempre, cada una tiene una última relación antes de dormir, y luego, una temprano, al empezar el nuevo día.

Después de comer dentro de la habitación, él las lleva a la parada del autobús que las transportará de vuelta a su pueblo. Y él, a las actividades cotidianas de su trabajo profesional. Por lo general no se llaman, y sólo lo hacen para acordar el nuevo encuentro, que tiende a ser de mes y medio a dos meses después. Y mientras ellas, allá en su pueblo, se dedican a sus labores habituales de empleadas públicas, sin que nadie de sus compañeros y compañeras sepan a qué van ellas, durante dos días, a Santo Domingo. Como tampoco lo saben sus regulares parejas del pueblo, porque ambas mantienen relaciones amorosas con dos jóvenes de su localidad.

Comentario

En este caso, no hay nada que sugiera homosexualidad, y salvo la ocasión en que ambas acariciaron al mismo tiempo al hombre, sus encuentros parecen más bien ser dos encuentros personales que coinciden al mismo tiempo en el mismo lugar. Y cada una, como se recuerda, tiene su propia pareja masculina estable con la que tiene su propia vida sexual.

Caso No. 13

Dos amigas, 28 y 27 años, nivel académico de Secundaria, divorciadas ambas, con un hijo una y dos la otra, reconocida una como mujer de éxito en los negocios, y la otra sólo como "su amiga". Denominaremos a la primera Z y a la segunda Y. En la relación interpersonal, Z parece ser la personalidad dominante, a lo que parece contribuir en gran manera que Z es el poder económico. Los trabajos de Y han sido irregulares, inconstantes, y depende en términos generales de los aportes de Z. Su vida sexual fue dentro del matrimonio, y luego sólo Z ha tenido parejas conocidas, en dos ocasiones y de duración breve. Desde hace cerca de dos años ambas salen con el mismo hombre a la vez, un reconocido profesional de sólida posición económica, y también divorciado. En sus encuentros, sólo Y tiene relaciones sexuales, limitándose Z a observarlos y masturbarse mientras los ve. Z no interviene de ninguna forma en lo que hacen Y y el hombre, que habitualmente abarca una amplia gama de caricias y posiciones; ni siquiera habla ni opina, y nada más se le escucha cuando tiene sus estallidos orgásmicos, que siempre superan en número a los de Y y el hombre. Incluso Y no los tiene siempre, y cuando los tiene no son de la intensidad ni del dramatismo aparente de los de Z. La masturbación de Z es sólo en clítoris y manual, sin haber nunca utilizado algún objeto ni introducirse nada. Y nunca le ha prodigado la mínima caricia al hombre, quien parece haberse adaptado y acomodado a ese estado de cosas, a pesar de que, en apariencia, Z es quien tiene el físico de su preferencia. Pero su preparación y su educación conspiran contra sus impulsos y deseos. Es, ante todo, un caballero. Y eso lo reconocen Z y Y.

Comentario

En este caso, no hay actividad homosexual explícita. Y la que juega el papel de observadora, lo que está observando es una relación heterosexual, y está viendo tanto el placer de su amiga como el del hombre. Puede interpretarse que Y está al servicio de Z, y que Z es quien domina, tanto en el plano económico como emocional. Y sería algo así como la esclava al servicio de su ama. También puede pensarse que Z rechaza el contacto con los hombres, porque tiene toda la facilidad para tener su propia relación, y sin embargo sólo observa y se masturba.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Dos para él.

Algunos buscan que en la actividad sexual participen más de dos personas. La formación de tríos o cuartetos son, quizás, las constituciones grupales más frecuentes. Y de los tríos, el integrado por un hombre y dos mujeres (bien sean éstas conocidas o contratadas para ese fin) parece ocupar el primer lugar.

Caso No. 12

Son dos amigas, solteras, de 20 y 22 años, no hijos, nivel académico de Primaria e Intermedia, cada una con vida sexual activa con parejas casuales. En ocasiones, sin embargo, buscan un hombre para ellas dos. Lo buscan en lugares como bares, piano-bar, discotecas y establecimientos parecidos. Aparte que le agrade a ambas, requieren de éste algo esencial: que pueda quedarse hasta el otro día. Esto lo ven como primordial, ya que no resulta tan sencillo el proponerle lo que desean, y cuando se deciden y lo logran, quieren que esa ocasión sea de toda una larga noche y madrugada. Aunque viven juntas y solas, nunca han llevado un hombre al apartamento, para que a éste después no se le ocurra regresar por su propia cuenta. Estos encuentros lo llevan a cabo en moteles, y tienen dos o tres que son sus preferidos.

Cada vez, la secuencia es siempre la misma: una, a la que denominaremos A, se acuesta boca arriba, mientras B se introduce entre sus muslos, y por un tiempo, contempla los genitales de A, al tiempo que va diciendo "¡qué bonito lo tienes, qué bonito lo tienes¡", subiendo paulatina y progresivamente el volumen de su voz a la par que va en incremento la excitación de ambas. Luego, en un momento que sólo ella sabe, comienza a besarla y acariciarla oralmente en toda esa zona, y cuando entiende que ya está a punto de alcanzar su clímax, le dice al hombre (que está acostado al lado de A, y con la cabeza de ésta en su hombro izquierdo), que venga y penetre a A; y entonces A, apenas entran en su interior, estalla en placer y logra su orgasmo, por lo general antes que el hombre logre el suyo. Si el hombre no ha terminado, B lo llama y se coloca en posición cuadrúpedo para que, en esa forma, la penetre vaginalmente, y ella también alcanzar el suyo. Si el hombre terminó con A, entonces B espera hasta que esté otra vez dispuesto, y como quiera, logrará también su orgasmo. Esto, dependiendo de cada hombre en particular, se repetirá una o más veces toda esa noche y madrugada. Ninguna otra manera es. para A y B, más placentera que ésa. Por eso la buscan siempre.

Comentario

Aquí hay un claro comportamiento homosexual de sexo oral. Sin embargo, esa actividad homosexual está al servicio del coito heterosexual, pues es un acto preparatorio a la penetración, es llevarla a un nivel tal de excitación para que luego alcance su orgasmo en la relación con el hombre. Y hay que tomar en cuenta que ellas viven juntas, solas, y nunca han tenido nada entre ellas dentro de su apartamento, incluso cada una tiene su propia pareja masculina. Y la que prepara a la otra con el sexo oral, también luego tiene su propio placer con el hombre, de modo que el punto final para las dos es el placer en la relación heterosexual.

sábado, 27 de agosto de 2011

Al placer por el teléfono. Caso No.11

Es un hombre de 48 años, divorciado, padre de tres hijos, profesional, con una Diabetes de 10 años de evolución. A consecuencia de su enfermedad, enfrenta dificultad para poder alcanzar erección, y por ende, poder tener una relación sexual normal. Esta dificultad ha sido progresiva, y al momento actual sólo puede lograr su respuesta si recurre al uso de substancias recetadas para ese fin. Y no siempre es de buena calidad, tendiendo a perderla al poco tiempo de conseguirla. Esto lo ha limitado en sus aventuras, por lo avergonzado que se siente cada vez que no puede. Y debido a esa limitación, ha recurrido al uso del teléfono para lograr su meta de placer .



Por lo general, después de conocer a una mujer la llama varias veces hasta estar lo más seguro posible de que ésa le va a corresponder en su contacto telefónico. Y entonces, una vez seguro, empieza la plática con todos los ingredientes sexuales que por lo habitual tienen estos diálogos hasta lograr, mediante la masturbación, el placer buscado. En ocasiones ha encontrado una mujer propicia con la cual esta peculiar telerelación ha durado algunos meses. Pero en la mayoría de los casos la relación ha sido de corta duración, la que termina cuando la mujer le sugiere salir, verse, para hacer en la realidad todo lo que se han dicho por teléfono. Eso, él no lo puede permitir, no puede exponerse a que vean y sepan su condición real. Entiende que hasta que no haya una solución definitiva (ha pensado en cirugía, prótesis y otros métodos radicales) tendrá que seguir con sus telerelaciones. Porque, a veces, es mejor no dar la cara.



Comentario



En este caso, la pseudo relación sexual por teléfono se da por la imposibilidad física del sujeto de tener una respuesta eréctil que le permita llevar a cabo la verdadera relación sexual, debido fundamentalmente a una patología orgánica, metabólica, como es la Diabetes. Esta posibilidad se da casi exclusivamente en hombres, porque en términos generales la mujer siempre puede, y además, puede fingir su respuesta. Pero un hombre que no tenga erección, ¿cómo puede fingir que la tiene?

sábado, 20 de agosto de 2011

Al placer por el teléfono. Caso No. 10



Es una mujer de 24 años, soltera, dos hijas, empleada privada, nivel académico de Secundaria; dos uniones maritales, la primera por matrimonio, la segunda consensual. Llega al orgasmo en el mayor número de sus relaciones sexuales, y lo ha conocido ampliamente en sus uniones maritales. Incluso esa característica ha sido motivo para que sus parejas dudasen, en algún momento, de su fidelidad. Y además, tiende a masturbarse con relativa frecuencia, y en cada una de éstas consigue su máximo placer. Y gran parte de este placer lo obtiene al masturbarse frente al hombre, porque le gusta en extremo que la vean en ese momento. Sin embargo, las cosas tomaron un giro distinto después de haber conocido a un hombre, cliente del lugar donde en ese entonces ella trabajaba. En esos días tenía unos meses de haber terminado su matrimonio, de haberse divorciado. El hombre le fue simpático, agradable, e intercambiaron sus números telefónicos. El fue el primero en llamar, y ella sintió, desde esa primera vez, algo extraño al escuchar la voz del hombre, algo que no podía precisar, y que no sabía si era por el tono, el timbre u otra característica de esa voz.Pero lo cierto fue que no quiso colgar, quería seguir hablando pues se sentía inmersa en algo muy bueno. Al terminar, y un tanto sorprendida por su reacción, pensó que quizás se debía a que había hablado acostada en la cama, donde descansaba, sólo en ropa interior, después de haberse dado un refrescante baño. Pero recordó que otras veces había hablado en situación parecida sin experimentar las reacciones que en esta ocasión tuvo, aunque, eso sí, sólo había sido con amigas y conocidas. Pero ahora no quiso esperar a que él la llamara, y dos días después, ella lo llamó. Después de los convencionales ¿cómo estás?, ¿cómo van las cosas?, y expresiones parecidas, cuando él le preguntó luego de una breve pausa ¿y cómo estás ahora?, ella entendió que esa era la pregunta clave, la que ella necesitaba escuchar para encauzar la conversación por el sendero que sus íntimos deseos la urgían. Y le dijo que acababa de bañarse, que se sentía muy fresca, y que estaba acostada en su cama..., y como hubo un silencio que a ella le pareció eterno, pronto le dijo, recurriendo a toda su entereza y arrojo "y estoy sólo en bata". Y todo empezó. A partir de ahí, se llaman para complacerse, para gratificarse ,para sumergirse en esas palabras, expresiones, susurros y quejidos, que llevan a los dos a obtener el placer que buscan.

Con el paso de los días, la realidad del teléfono fue imponiéndose a la realidad real. Y el placer obtenido en esas conversaciones fue desplazando al que obtenía con su pareja conyugal, en la nueva unión marital que tuvo después de su divorcio. Nunca quiso verse con ese hombre, quiso que quedara para siempre como la voz que la llenaba de los más grandes placeres. Entendía que si salía con él, lo iba a reducir a su verdadera realidad, y terminaría siendo como cualquiera de sus dos parejas. No quería que perdiera su encanto, su magia. Y además, con él, con su voz, satisfacía sus más íntimas fantasías, como era que otra mujer la besara y acariciara, mientras él,encima de ella, la penetraba, y que él la tirase boca abajo, y en posición cuadrúpeda, la penetrase por el ano. Esta última fantasía le producía el más intenso de los placeres, llevándola casi a la pérdida del conocimiento, a la confusión, a un balbuceo ininteligible, a decir cosas que después no podía recordar, y a dejarla luego en una especie de sopor, del que se iba recuperando lentamente para luego quedar dormida. Y esta fantasía era de tal intensidad que ella podía sentir el dolor del instante en que se producía la penetración anal. No podía renunciar a eso, debía seguir así siempre, por siempre y para siempre, ella y la voz.

Comentario

Este caso pone de relieve la posibilidad de que una relación vivida en fantasía puede llegar a sustituir a una relación física real, al tornarse más placentera y gratificante, en especial cuando hay algún grado de dificultad o imposibilidad de una de las partes de funcionar en el mundo real.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Caso No. 9

Una mujer de 21 años, soltera, no hijos, empleada privada. Con una relación estable desde hace dos años, para poder alcanzar orgasmo necesita imaginarse un paisaje de pinos de Jarabacoa. Este escenario llega a su mente en los momentos en que tiene una relación sexual con su pareja. Y lo más curioso e interesante es que ella nunca ha ido a Jarabacoa, ni ha tenido nunca experiencia alguna entre pinares o donde hubiese un pino cerca. Ella sabe que Jarabacoa es un pueblo en las montañas y que allá "hay muchos pinos", pero nada más. Esto llegó a su mente de repente, sin ella buscarlo, sin ella voluntariamente pensar en eso. Y cuando le vino la primera vez, le llegó con toda su carga erótica, llevándola al más intenso orgasmo que hasta entonces había logrado. Ella quedó sorprendida de lo ocurrido, no había pensado jamás en una posibilidad como esa. Con cierta cautela, fue a un nuevo encuentro con su pareja. Y otra vez, el paisaje de pinos llegó en el momento en que tenía que llegar. Y otro gran orgasmo. Y más encuentros, y más pinos, y ya no se hace ninguna pregunta, ya sólo se entrega a sus pinos.


Comentario


Este caso implica que una fantasía, surgida en el momento adecuado y con su efecto multiplicador, puede llegar a ser tan necesaria, aun y cuando no tenga nada de sexual. Un paisaje de pinos no es, por lo menos en apariencia, un contenido sexual. Se podría entender que los pinos, por su verticalidad,pueden representar símbolos fálicos, representaciones sustitutas del órgano masculino. Pero esto es, en última instancia, interpretativo. Y además, en la historia de ella no aparecen los pinos por ninguna parte, y ni siquiera conocía Jarabacoa, que es el lugar al que pertenecían los pinos de su fantasía.


La cualidad de su aparición súbita, sumada a que nunca había ido a ese pueblo ni tenía historias con pinos, sugiere que muchas fantasías no siguen ley alguna de racionalidad; y el hecho de ser una fantasía no sexual surgida en un momento sexual, sugiere que es esta asociación circunstancial la que la dota de ese poder. Pero siempre quedaría esta interrogante: ¿ por qué surgió en ese momento?

miércoles, 3 de agosto de 2011

Caso No.8

Una mujer de 24 años, soltera, no hijos, estudiante universitaria. Desde hace dos años mantiene relaciones sexuales con un hombre casado, vecino de ella y conocido de su familia. Maneja la fantasía que mientras tiene contacto sexual con ese hombre, otra mujer la besa y la acaricia en sus pechos. Esta imagen le intensifica el placer y la lleva a orgasmos más gratificantes. Quiere vivir esa experiencia y que no sólo quede como hasta el momento, en una simple fantasía. Incluso parece que se ha ido desarrollando una evolución de fantasía a deseo, ya que se ha fijado en una compañera de carrera que es homosexual, y piensa buscar la manera de decirle lo que ella quiere y desea, para ver si esta compañera accede, de manera que su deseo pueda hacerse realidad. Y aunque asegura no ser homosexual, entiende que si vive esa experiencia, ya a partir de ahí quizás no pueda conformarse con el sexo como siempre lo hace con su pareja actual. Quiere hablarlo con su hombre, pero sospecha que éste no querrá. Y es entonces cuando le asalta otra posibilidad que, en cierta forma, le hace temer de ella misma. Y es buscar otro hombre que sí quiera, y no tenga reparo en hacer lo que bulle en su imaginación, que ya se ha ido transformando en la fantasía-deseo que sean varios hombres a la vez.
Comentario
Este caso representa la evolución o curso que puede seguir una fantasía sexual hasta llegar a convertirse en un deseo concreto. Y además sugiere que a través de esa progresión la persona puede irse descubriendo, hasta llegar a sorprenderse de lo que hay en ella, y, en cierta forma, temerse. Es probable que, dada esa progresión, termine entregándose a todas sus fantasías, ya convertidas en hechos reales.

martes, 26 de julio de 2011

Caso No. 7

Una mujer de 26 años, casada, tres hijos, no trabaja, nivel académico de Secundaria. Su vida sexual ha transcurrido nada más dentro de su matrimonio, a lo largo de ocho años. Cuando tiene relaciones sexuales, para poder llegar al orgasmo, tiene que imaginarse a una joven vecina suya, tiene que pensar en ella, porque si no lo hace así, no lo logra. Y esa mujer no es homosexual, nunca ha tenido ni deseos ni relaciones homosexuales. Un día, de repente, le ocurrió eso. La imagen de esa joven le llegó en el momento de un encuentro sexual con el marido. La vio con toda claridad, como si estuviera ahí. Y tuvo su primer orgasmo,o lo que ella reconoció como tal, porque nunca había sentido algo así en sus años de mujer casada. Desde entonces, sólo puede alcanzar orgasmo si piensa en ella; sólo necesita tener en su mente la imagen de esta joven, pero sin pensar en nada que estuvieran haciendo, sino nada más verla en su imaginación.


Comentario


Esta mujer, para llegar al orgasmo, necesita de una fantasía de corte homosexual porque es con otra mujer; sin embargo, ella expresa no haber tenido nunca, por lo menos en el plano consciente, deseos homosexuales, ni generalizados ni dirigidos específicanmente hacia alguien. Empero, esta fantasía no puede calificarse rigurosamente como sexual, porque lo que a ella le viene es la imagen de su joven vecina, y aunque llega en el momento en que está teniendo sexo, no contiene ninguna actividad sexual con ella. Otro ingrediente de interés es que esta fantasía se impuso de repente, le llegó un día de manera inesperada, sin ella estarla pensando ni buscando. Su respuesta inicial fue de sorpresa, pero dados sus resultados, terminó imponiéndose, hasta llegar a convertirse en el requisito necesario para llegar al orgasmo.

domingo, 24 de julio de 2011

El poder de la fantasía

Los cuatro casos que vienen a continuación, del número 6 al número 9, corresponden a cuatro mujeres, que ya sea para alcanzar orgasmo o para que éste sea de de mayor intensidad, necesitan recurrir a la fantasía, al uso de la imaginación. Ella lo es todo, o bien, permite trascender el momento presente del contacto físico.


Caso No. 6

Es una mujer de 38 años, casada, cuatro hijos, nivel escolar de Secundaria. Su vida conyugal está dentro de lo usual, sin sobresaltos aparentes, que en sus 18 años de matrimonio ha conocido una sexualidad rutinaria con experiencia de orgasmos ocasionales. Y para esta mujer, de apariencia común, sus grandes orgasmos los alcanza sentada a la mesa, en los momentos en que junto a su esposo e hijos comparte la comida del mediodía. Mientras comen, ella imagina que debajo de la mesa hay un hombre, cualquier hombre, no uno que ella conozca, y que lentamente le abre las piernas, la besa por sus muslos, le quita su prenda más íntima, y aplica su boca, labios y lengua por todo su pubis,por sus genitales, y en especial en esa carnosidad superior que es para ella el máximo centro de placer. Y todos siguen comiendo, y todos hablan, y nadie se da cuenta que esa madre y esposa que tan diligentemente preparó esa comida, está excitadamente concentrada en esa fantasía, en ese hombre imaginario a quien ella le va impartiendo, mentalmente, la orden de que le haga lo que todos están haciendo en ese momento: "¡cómeme, cómeme¡", y esa orden la va alternando con otra que se da a sí misma: "¡como, como¡" ; y de esa manera, ese "¡como, cómeme¡", repetidos constante e insistentemente a lo largo de la comida, la van preparando para ese momento final que llega después que todos se han levantado, han salido, y ella queda sola, en apariencia recogiendo la mesa, pero en realidad sola con sus emociones, sola con ése su hombre, que sólo vive para ella,precisamente en esos momentos en que todos viven para comer. Y aunque algunas veces el orgasmo la ha sorprendido antes que los demás se levanten, nadie se ha dado cuenta, porque esos orgasmos son silenciosos, apenas un quejido poco audible, que fácilmente puede perderse en el barullo de final de la comida.

Comentario

Este es un caso de fantasía heterosexual, pero de sexo oral, que ocurre dentro del ambiente que quizás mejor define la unión familiar, que es el momento de la comida del mediodía, cuando la familia se sienta en torno a la mesa. Essta mujer inserta su amante imaginario en ese momento. Y ese amante sólo le proporciona placer a ella, sin procurar el suyo propio. Por este ingrediente, podría pensarse que esta mujer ha percibido siempre al sexo como algo que está al servicio del hombre, para el placer del hombre. Para ella, el sexo es egoístamente masculino, y talvez la elección del momento de la comida representa la mejor venganza contra eso, ya que también la comida es algo que ella prepara, principalmente, para el gusto y satisfacción de los otros. Y esto puede llevar, quizás, a una generalización que permita comprender uno de los factores que pueden incidir en por qué muchas mujeres llegan a preferir el sexo oral a ellas más que la penetración: el primero es para ellas, lo segundo para ellos. Es notorio, además, el control que esta mujer ha logrado conseguir sobre la manifestación de su orgasmo; quizás sus años de matrimonio la han llevado a ello.

Aunque fisiológicamente el orgasmo es contracción de grupos musculares de la vagina (en especial del tercio externo), del útero y del periné, así como potenciales eléctricos cerebrales particulares, por lo general tienden a producirse quejidos, rumiaciones, vocalizaciones, y a veces verbalizaciones incoherentes e incongruentes. Y es tal la intensidad que pueden llegar a alcanzar todas esas expresiones, que en uno de esos tantos hoteles de paso que tiene la ciudad se vieron precisados a colocar un letero en la hoja interior de la puerta con la inscripción "CONTROLE SU PAREJA", en obvia alusión al hombre para la mujer.

viernes, 22 de julio de 2011

Caso No. 5

Una mujer de 45 años, casada, tres hijos, nivel de Secundaria, modista, con el negocio dentro de su casa. Pasa por un estado depresivo ligero asociado a un sentimiento de culpa; y ese sentimiento de culpabilidad tiene su origen inmediato y aparente en la única vez que, en sus más de 20 años de casada, tuvo una aventura extramarital con un desconocido en un encuentro casual, aunque el descoocido no lo era tanto sino que era también conocido, pero de una manera peculiar. Y en ese encuentro de ese día fue cuando se descubrió como mujer, cuando supo todo el potencial que tenía, potencial que no había podido descubrir en sus largos años de matrimonio.


Esperaba un transporte público, cuando pasó un hombre en un motor. Al parecer, éste dio la vuelta a la cuadra porque volvió a pasar, pero esta segunda vez algo más despacio y mirándola fijamente, en lo que permitía el desplazamiento del motor. Y volvió a pasar, y la miró, y se detuvo, discretamente, unos pasos adelante. Ella, algo sorprendida, se dio cuenta de lo que eso significaba, y un poco titubeante, vio para todas partes, esperó unos segundos, como dando tiempo, pero sin saber a qué ni por qué; y fue a su encuentro, ya íntimamente convencida que era por ella que él se había detenido allí. Después de un muy breve diálogo subió al motor, y poco antes de llegar a la primera esquina, ya habían acordado cambiar la ruta y dirigirse a un lugar en el que había varios kioskos que la gente utilizaba, principalmente, cuando se requería de un sexo rápido, algo así como para momentos de emergencia. Ya dentro del kiosko, y ya decidida a lo que haría, fue cuando supo que ese desconocido era profesor de una de sus hijas, pero no un profesor más, sino aquel de quien su hija siempre hablaba, de quien ella siempre contaba sus ocurrencias, su sentido del humor, y de quien su hija decía que era el profesor que más quería. Muchos pensamientos la invadieron, sentimientos encontrados chocaron en su interior..., pero ya era tarde. Ya no podía (¡ni quería¡) volver atrás. Y se entregó a ese hombre, a ese desconocido, a ese profesor de su hija , a ése, el profesor más querido por su hija. Y descargó en él todo aquello contenido en los muy largos años de su matrimonio, aquello que le había negado siempre a su esposo, aquello que siempre se había negado a sí misma. Y ahí se descubrió como mujer, ahí, en ese lugar con todas sus incomodidades, con ese hombre de quien tanto hablaba su hija, sobretodo cuando la familia comía unida, lo que procuraban hacer la mayor parte de los mediodías. Y de tantos mediodías oir hablar de ese profesor, ya su nombre era parte de la familia, porque era una presencia cotidiana en la comida familiar.


Comentario


Esta mujer no tenía historial psiquiátrico, nunca había ido a una consulta de psiquiatría, ni había tomado medicamentos de los que se indican en esa especialidad médica. Su malestar depresivo estaba ligado a su sentimiento de culpa, a una sensación de culpabilidad por lo ya hecho, porque sentía haber manchado su papel de esposa y madre, pero más el de madre que el de esposa. No es raro observar, sin embargo, a madre e hija compitiendo por un hombre, una quitándole el amante a la otra, aunque no se sea plenamente consciente de esa realidad. Pero, aun dentro de su malestar, esa mujer sabía, y reconocía, que ese día lo llevaría como el gran día de su vida.


Este es otro ejemplo de una mujer que llega a la cima de su placer con un desconocido, aunque el desconocido lo era sólo relativamente, ya que era el profesor más querido por su hija, y de quien ella siempre oía hablar en la casa. Hay que recordar que cuando ella se enteró quién era, ya estaba totalmente decidida, por lo que puede vérsele como realmente un desconocido. No hubo, en consecuencia, en su esencia original, competencia madre-hija, ni consciente ni no consciente. Después, en la consecución y logro del placer, esta realidad pudo haberse impuesto, en uno o todos los planos de su psiquismo. Y determinar el logro de su máximo arrebato, de su inmenso y gran goce.

miércoles, 20 de julio de 2011

Al placer con un desconocido. Caso No. 4

El placer tiene sus enigmas. A veces para obtenerlo se necesita conocer bien a la otra persona, amarla, admirarla, sentirse parte de ella; pero en otras ocasaiones no es así, y el placer viene con un desconocido, con alguien a quien se ve por primera vez.

Caso No. 4

Mujer de 30 años, en unión consensual, dos hijos, nivel de Primaria, labores del hogar. Vive desde hace ocho años con un hombre que trabaja como obrero no cualificado en una industria del sector de Herrera. En ese tiempo ha tenido tres aventuras fuera del marco de su unión consensual, todas de sólo una vez, de nada más una ocasión, con hombres a los que nunca más ha vuelto a ver. Y en las tres ocasiones ha conocido al hombre de manera casual, cuando salía a realizar alguna diligencia propia de la casa. Incluso, en una de ellas había salido a llevarle la comida a su marido, comida que ella misma le había preparado. Cuando esperaba un transporte público, pasó un hombre en su carro y le hizo señas sugiriendo que la llevaba. Ella accedió, y con su cantina en las manos, subió al carro. En el trayecto le refirió que llevaba la comida de su marido, porque éste sólo disponía de una hora para comer, y por la distancia no podía ir a la casa. Todos los días ella hacía lo mismo: prepararle y llevarle la comida. Y los dos comían juntos, en la explanada frontal de la industria. Al terminar, ella regresaba a la casa para continuar con las labores cotidianas.

Ya casi al llegar, faltando apenas dos cuadras, comentó que todavía quedaban unos 45 minutos para la hora de la comida; y como refirió, este comentario lo hizo porque no había notado en el hombre algún interés hacia ella, y había empezado a sentir que ésa era otra oportunidad que se le presentaba y que no podía desperdiciarla. El hombre parece que entendió el sentido de ese comentario, parece haber peercibido el deseo y la necesidad ocultos tras esa en apariencia inocente expresión. Minutos después, entraban al reservado de un hotel. Y ahí todo ocurrió. Esa mujer alcanzó, en dos ocasiones sucesivas, la cima de su placer... y la cantina esperando en silencio el momento en que llegaría, como todos los días, a su destino, y sería testigo de otra comida familiar en los frentes de la nave industrial.

Comentario

En los años de vida marital que tenía, nunca había alcanzado el orgasmo; esto sólo había ocurrido en esas tres aventuras ocasionales, inesperadas, con hombres desconocidos. Y ella sentía querer a su marido, sentía tener amor por ese obrero que vivía para su casa, que era responsable con el sostenimiento del hogar, y a quien ella no le había conocido otra mujer. Pero eran oportunidades que se presentaban..., y su historia le decía que sólo en situaciones como ésas era que ella vivía y sabía lo que era el placer.

martes, 19 de julio de 2011

Caso No. 3

Una mujer de 29 años, casada, dos hijos, nivel académico de Primaria, empleada privada. Este es otro ejemplo de facilidad de orgasmos, pero de algo que ocurrió en sólo una ocasión y en un estado fisiológico particular: el embarazo. Nunca antes le había sucedido de esa manera y nunca había obtenido tanto placer como en ese momento. Eran los últimos días de la gestación, y apenas cinco días después de esta experiencia, tuvo su tercer hijo. Estaba en una cafetería, poco antes del mediodía, y ahí vio a un hombre a quien no conocía ni había visto antes. No puede explicar qué le ocurrió, pero sólo sabe que sintió muchos deseos de ese hombre; y su mirada hacia él fue cómplice de esos deseos. Al ver que cargaba varias fundas, el hombre le ofreció llevarla, y ella accedió. Cuando estaban cerca del lugar en el que ella se quedaba, y ya sintiendo que se le acababa el tiempo, y que tal vez nunca más se le iba a presentar otra oportunidad como ésa, le dijo, sin disfrazarle las palabras, que tenía muchos deseos, que algo así no lo había sentido nunca, y que en esos nueve meses de embarazo su esposo no la había "tocado". Le pidió que la llevara a un motel,porque quería que "eso" pasara. Y que la perdonara o la excusara, pero que no pensara mal de ella, sino que la viera sólo como una mujer que deseaba a un hombre. Ya en la habitación, sintió gran urgencia por orinar; pientras lo hacía, el deseo se disparó a sus niveles más altos, y realmente corriendo fue a la cama; en la misma posición de orinar le fue encima al hombre, y sólo con sentir que se iniciaba la penetración tuvo un orgasmo, y todavía sin consumarse ésta tuvo otro, y luego dos más, desplomándose sobre el hombre, que estaba boca arriba en la cama. Después, él la llevó hasta donde ella iba; días después lo llamó para decirle del nacimiento de su hijo, y desde entonces ninguno ha vuelto a saber del otro.


Comentario


Esta mujer había llevado, dentro de su matrimonio, una vida sexual normal y rutinaria. Con relaciones íntimas de una a dos por semana en los seis años que tenía casada, alcanzaba su orgasmo si no la mayoría de las veces, por lo menos en un porcentaje significativo de las mismas. Y en esos años no había tenido aventura alguna con otro hombre, aunque reconocía que en varias ocasiones había sentido el deseo de tenerlas, pero quizás lo que había faltado era la oportunidad para ello. Tal vez nunca se habían conjugado, como en ese día, circunstancias tales como un intenso deseo, un hombre desconocido que, por una u otra razón, le había dado vida a ese deseo, y un momento como ése, que ella había salido porque tenía que salir sin la necesidad de inventar alguna excusa. Es de interés que se tratara de un hombre a quien ella vio por primera vez ese día; y lo es porque tiende a pensarse que para llegar a su máximo placer la mujer necesita estar afectivamente compenetrada con ese hombre, amarlo, sentirse de él y él de ella.Y sin embargo en este caso se dio con un extraño, tras una serie de sensaciones y de deseos que brotaron en torrentes y se impusieron por encima de su propio razonamiento consciente y de lo que talvez una simple lógica elemental le dictaba. Y además, llevando dentro de sí un producto engendrado dentro de su matrimonio, un matrimonio que hasta ese día transitaba por la ruta de la normalidad, y que es muy probable que después de ese día vuelva a retomar la ruta interrumpida.


Este caso implica, también, la asociación entre deseos sexuales, respuesta sexual y embarazo. A todo lo largo de las semanas del embarazo, el deseo y la disponibilidad sexual varían, sin que pueda establecerse una regla que sea común a la mayor parte de las mujeres. Sin embargo, si algo deja entever este caso, es la necesidad del hombre de conocer las necesidades sexuales de su pareja en el largo periodo del embarazo. Basta recordar que, de acuerdo a lo referido por ella, su esposo no la había "tocado" en esos meses que ya llegaban a su fin.




Caso No. 2

Es una mujer de 32 años, soltera, un hijo, oficinista, nivel académico de Secundaria. Tiene la facilidad de lograr orgasmo, y de tener varios en rápida sucesión con una mínima estimulación entre uno y otro. Su pareja oficial, desde hace unos 15 años, es un hombre casado, que le dobla la edad, y que fue con quien se inició en la vida sexual. Ha mantenido esa relación estable, aunque nunca han vivido juntos. En todos esos años ha tenido unas cuantas aventuras, al parecer para romper con la monotonía de esa unión, y quizás como forma de paliar una tendencia depresiva, que presenta desde hace varios años. El coito genital no es de su preferencia, y aunque lo tiene, le sería mejor que no lo hubiera, sobretodo porque al inicio de la penetración experimenta algunas molestias locales, entre ellas dolor de intensidad leve a moderada. Sin embargo, como entiende las apremiantes necesidades de los hombres, lo permite y no da a demostrar lo que en esos momentos siente. En parte por eso, se siente cómoda en su situación, puesto que al no convivir con su pareja, por ser éste casado, no enfrenta a diario, rutinariamente, la posibilidad de tener que acceder a una relación íntima.


Su particularidad orgásmica la vive en lugares públicos, cuando existe la posibilidad de que puedan verla, y siempre ha sido en una de sus aventuras. En una ocasión, por ejemplo, ocurrió en un autobús del transporte interurbano. Sentada al lado de su pareja de ese momento, empezó a sentir ese fluir de sensaciones ya tan conocidas, y la cercanía del hombre y sus palabras surtieron su efecto, diciéndole ella que ya sentía que no podía resistir más, que la tocara por el brazo, por el hombro, por cualquier parte, y antes de que él lo hiciera y se repusiera de la sorpresa, tuvo ella un primer orgasmo, y luego varios más. Pero en silencio, sólo con un reprimido jadeo, por encontrarse en el lugar en que se encontraban. Después de un largo rato en el que pareció dormir, le refirió a su asombrado compañero que ella era así, y que en momentos como ése y en lugares así, sólo necesitaba saber que tenía un hombre a su lado y escuchar que éste le estuviera hablando. Y más tarde le dijo que nada más tenían que acariciarla, abrazarla, o simplemente tocarla en cualquier parte descubierta de su cuerpo,para ella vivir el placer y poder alcanzar más de un orgasmo.


Comentario


Este caso comparte con el primero la facilidad para logar un orgasmo, y más aún, orgasmos múltiples, diferenciándose básicamente en lo siguiente: mientras el primero nunca ha tenido relaciones sexuales, éste tiene un largo historial de vida marital salpicado de aventuras ocasionales; y mientras el primero siente temor de estar en un lugar público, tales lugares constituyen el principal incentivo para este segundo caso.


Tiene interés que en este caso la facilidad orgásmica se dé en una mujer que no se siente a gusto con el coito genital, con la penetración, y que sea la cercanía de un hombre, sus palabras, y un furtivo contacto físico, todo lo que ella necesita para el logro de su máximo placer. Otro ingrediente lo constituye su tendencia depresiva, con clara inclinación a las recurrencias, dentro de un marco de sostenido malestar anímico, de leve intensidad. Y esto tiene interés porque no es raro ver que personas con esta constitución psíquica tiendan a buscar aventuras sexuales con la intención de atenuar en algo ese malestar, a través de la excitación implícita en cada encuentro sexual. Sin embargo, y por lo general, los resultados no son los esperados, y entonces el disgusto y el fastidio siguen a estas relaciones, lo que profundiza aún más las manifestaciones depresivas.

UNA FACILIDAD POCO USUAL. CASO No. 1

Por lo general, el orgasmo es algo que gran parte de las mujeres no logra con facilidad. Muchas requieren de condiciones particulares, tanto de la pareja como del ambiente, para que esta respuesta pueda presentarse.




Caso No. 1




Una mujer de 20 años, soltera, estudiante universitaria, con una relación estable de noviazgo, y que expresa gran temor ante la posibilidad de tener su primer contacto sexual. Ella entiende que eso va a ocurrir pronto, que es difícil retrasarlo más. Y es que de sólo estar cerca de su novio la invaden múltiples sensaciones que amenazan a cada momento con un estallido de placer; y cuando de pie los dos, él la abraza, el estallido ocurre en una sucesión de dos o tres orgasmos repetidos que la hacen literalmente desvanecerse. Aunque nunca ha tenido relaciones sexuales, conoce muy bien lo que son las sensaciones del orgasmo a través de la masturbación, la que realiza con cierta frecuencia desde su adolescencia. Esta forma de ella responder al abrazo del novio la ha llevado a limitar tanto las ocasiones como la forma de bailar, por temor a que uno de esos desvanecimientos le ocurra en la pista de baile. Y si eso es así, piensa ella, qué será después que tenga sexo por primera vez. Se ve dominada por la imposibilidad de controlarse y deseando más cada vez con hombres diferentes. Esto la aterroriza porque entraña la posibilidad de prostituirse, de acuerdo a su apreciación, y esa probabilidad choca de frente con sus concepciones morales; en este contexto, no ve mal el masturbarse porque entiende que es un hecho normal.




Comentario




Si existiese una denominación diagnóstica para este caso, sería la de Orgasmo precoz o prematuro, como contraparte de lo que en el hombre se clasifica como Eyaculación Precoz o Prematura. Y precisamente es esa extrema facilidad orgásmica lo que la llena de miedo y temor. Les ha preguntado a otras, ha indagado con amigas y conocidas, y no ha encontrado a nadie así, sólo ella; y en esa singularidad, en ese no más nadie, es que ve ella que alguna anormalidad debe tener.




El temor de esta joven recuerda otros temores que pueden verse en la práctica psiquiátrica. Hijos de alcohólicos, por ejemplo, pueden llegar a desarrollar un terror a probar el aocohol porque entienden que si lo prueban ya no podrían controlarse y se impondría su herencia biológica. Este mismo temor se maneja en la institución de Alcohólicos Anónimos para lograr la sobriedad de sus miembros. Por eso los de este grupo se dicen cada día que hoy no van a tomar y que mañana será otro día, lo que repetido temprano en cada jornada los preserva de volver al alcohol: el temor tiene aquí un valor preventivo. Y se sabe de violadores y paidofílicos que desde la cárcel han expresado que no los dejen libres porque volverían a hacer lo mismo. Pero estos ya han cometido los hechos, en tanto que nuestra joven no, por lo que su temor es un temor a priori, un temor anticipatorio, una especie de señal de alarma de lo que podría venir.

lunes, 18 de julio de 2011

Extraños casos sexuales

Este libro contiene los casos sexuales más extraños que el autor ha conocido. Lo extraño o poco común de ellos radica en la manera o forma necesarias para obtener el placer sexual. Sin embargo, es probable que algún lector haya oído de casos más raros que los referidos aquí; y es así, porque no son estos los más extraños casos sexuales, sino que lo son entre los que han llegado a conocimiento del autor, bien en su práctica profesional, o referidos por otros psiquiatras; o bien de manera personal, por confidencias, ya que es frecuente que individuos se acerquen al psiquiatra y le comuniquen sobre comportamientos que consideren llamativos, ya sea de ellos mismos o de otros. Y decimos que es probable que algún lector sepa de casos más raros, porque cualquier persona, por común y corriente que parezca, puede ser, en sí, uno de esos casos raros. Sólo tenemos que pensar que por lo general nadie conoce la intimidad sexual de sus más ceercanos familiares, cómo son en esos momentos, cómo se comportan, qué hacen para lograr su placer. Y de esa manera, es probable que el más raro de todos los casos sea el de quien más cerca esté de nosotros, y de quien nada sabemos en la esfera de su propia intimidad.


Hacemos la presentación de este libro con el interés de contribuir al conocimiento de algo tan humano como lo es su tema central.




Diferencias entre el hombre y la mujer


Lograr el placer no es igual para el hombre y la mujer. Quizás la diferencia básica resida en la facilidad con la cual el hombre lo consigue, y la dificultad que enfrenta la mujer para lograrlo. Esto se pone de manifiesto con sólo ir a una librería y detenerse en el departamento de sexualidad humana. Ahí se verán libros con títulos parecidos a Cómo lograr el orgasmo, El camino al orgasmo, Qué hacer para llegar al orgasmo, todos ellos dirigidos a la mujer. En cambio, no se verá ningún libro dirigido al hombre que tenga como título algo así sobre Cómo eyacular, Qué usted debe hacer para eyacular, y si en tal caso existiera un libro que tratara el tema, su título sería más bien sobre Qué hacer para no eyacular. Sólo hay que recordar que algunas filosofías intentan que el hombre consiga el control eyaculatorio, que no eyacule, bajo premisas hipotéticas de gasto energético. Y aunque eyacular podría no ser sinónimo de orgasmo masculino, sí lo es para fines prácticos, y constituye la evidencia para la otra persona que se llegó a él. Y la diferencia se pone también de manifiesto en que la sexología diagnostica y trata la condición conocida como Eyaculación Precoz, en tanto que no reconoce como su igual la que sería su contraparte femenina u Orgasmo Precoz o Prematuro. Y es que la trascendencia de una no es la de la otra: la primera deja, por lo general, el sabor amargo de la insatisfacción a cada miembro de la pareja, mientras que la segunda puede dejar a ambos satisfechos, y sobretodo, inmprime en el hombre una cierta sensación de orgullo.


Probables causas de esas diferencias


Esa facilidad con la que el hombre alcanza su eyaculación, y esa dificultad que tiene la mujer para lograr su orgasmo, parecen encontrar su razón de ser en el papel que ambas funciones o reacciones juegan en la reproducción de la especie. La reproducción se consigue a través de la fecundación, hecho que ocurre cuando el espermatozoide penetra en el interior del óvulo; para que haya espermatozoide el hombre debe eyacular, mientras para que haya óvulo no es necesario que la mujer tenga orgasmo. La ovulación es un fenómeno cíclico que se presenta, en condiciones normales, cada mes durante el ciclo reproductivo de la mujer, que se extiende desde su primera menstruación o menarquia, hasta su última menstruación o menopausia. Y la ovulación sucede fuera del conocimiento de la mujer, sin intervenir en ello para nada su control consciente o el ejeercicio de su voluntad, y mucho menos el placer experimentado al momento de una relación sexual. En cambio, la eyaculación, vía de expulsión de los espermatozoides, requiere que el hombre experimente, en ese momento, la sensación del placer. Entonces, desde esta perspectiva reproductiva, el orgasmo masculino con su eyaculación es una necesidad, en tanto que el orgasmo femenino es una especie de lujo: del segundo se puede prescindir, del primero, no. En términos de impuestos fiscales, la eyaculación es un aartículo de primera necesidad, por lo que su carga impositiva sería mínima, mientras que el orgasmo femenino no es de primera necesidad, por lo que su carga impositiva sería mayor. Esto se pone de relieve hasta en las técnicas utilizadas para la fertilización in vitro o fecundación en laboratorio, en las que el óvulo se obtiene sin mediación alguna del placer en tanto que para obtener los espermatozoides es necesario que el hombre se masturbe, a menos que no se emplee otro procedimiento. Es por esa razón primordial por la que se eyacula con tanta facilidad, mientras que lo mismo no ocurre con el orgasmo femenino. Y esta diferencia permite comprender otra diferencia fundamental entre el hombre y la mujer: la búsqueda del sexo. Y esto puede expresarse en estos términos o en términos parecidos: como el hombre siempre se satisface, siempre quiere sexo (y lo busca), y como la mujer no siempre se satisface, no siempre quiere sexo. Por eso es que es tan difícil encontrar un hombre que renuncie al sexo, y en cambio no es raro encontrar una mujer que haya renunciado al mismo, temporal o definitivamente, bien por presiones personales, familiares, sociales o de otra índole.


El razonamiento anterior permite, por igual, comprender el por qué las desviaciones sexuales son más frecuentes en el hombre, y algunas casi exclusivas del varón. Y es que el hombre no sólo encuentra siempre su placer, sino que lo encuentra siempre, indepenndientemente de cuál sea el sujeto u objeto que se lo proporcione. Y ese objeto o sujeto puede ser una mujer, un animal, un cadáver, un vegetal, una fruta, el tallo o tronco de determinada planta, un hoyo en la tierra o en una pared, u otro hombre. Y aunque en estas condiciones no hay posibilidad de reproducción, el principio que las rige es el mismo: la obtención del placer. Y es que, en última instancia, eyacular es una respuesta genéticamente programada, y ésa es su fuerza; el orgasmo femenino, aaunque con base genética, no tiene la fuerza y penetrancia de la eyaculación, y en consecuencia, requiere en gran medida del estudio, la enseñanza, el aprendizaje.


Una posibilidad futura de cambio


Todo lo expresado mantendrá su validez hasta que se imponga la clonación como forma de reproducción humana. Porque entonces la reproducción será asexuada, y la única célula germinal que importará será el óvulo. Insertado en él una célula somática de la persona a clonar, así se reproducirá. Será el fin de una larga era y el inicio de otra nuva. Y le diremos adiós a los espermatozoides...

Extraños casos sexuales