domingo, 16 de octubre de 2011

SOLO LA PRENDA DE TUS PRENDAS

Para algunos, la gratificación sexual sólo es posible al entrar en contacto directo con una prenda utilizada por alguien del otro género, en especial cuando se trata de una que esté en estrecha unión con las zonas íntimas. Esto, aunque puede verse en mujeres, también es más frecuente en hombres.

Caso No. 17

Es un adolescente masculino, de 17 años, quien nunca ha tenido relaciones sexuales. Desde hace unos tres años, sustrae ropa interior femenina, exclusivamente bragas, que encuentra tendida en cordeles, secándose al sol, luego de haber sido lavadas. Se las lleva, y ya con ellas en la intimidad de su habitación, las palpa, las huele, las besa, las frota por su cuerpo, y tomándolas con su mano derecha, envuelve con ellas su miembro, para entonces auto complacerse en una frenética masturbación.

Un día, a eso de las 6 de la tarde, vio una mujer que venía caminando en dirección contraria al Sol, con una falda blanca transparente, y creyó ver que portaba unas bragas de color rojo. Como estaban en un lugar relativamente solitario y frente a ellos había un solar vacío, la atacó, la llevó al solar, y tras un brusco forcejeo, le arrancó su prenda y salió huyendo en dirección a su casa.

No podía entender lo que le pasaba, era algo que nunca había experimentado, una sensación tan grande, porque era la primera vez que tenía entre sus manos una no robada de un cordel sino obtenida directamente del cuerpo de una mujer. Y la olía, la besaba, la estrujaba contra su cara, contra su pecho, no sabía qué hacer, era como un frenesí, como un torbellino que lo invadía por completo, y en ese estado de confusión fue a la cocina, tomó cebolla, ajo, ají, salsa, la cortó en trocitos, echó todo en un sartén, lo revolvió, lo tiró en un plato, y ahí mismo, en la cocina, se comió todo aquello. Luego, ya calmado, fue a su habitación, se acostó, y quedó dormido por varias horas.

Comentario

Este caso convirtió las bragas en un objeto de idolatría sexual. Después de un proceso de hurtos de estas prendas de cordeles, cedió ante un impulso momentáneo al ver aquella mujer que la luz del sol dejaba traslucir sus bragas, e hizo algo que nunca había hecho y que luego pensó que no era posible haberlo hecho: atacar a una mujer para despojarla de su prenda íntima. Y dominado por ese remolino de emociones, ingirió ese objeto último de sus deseos. El estado que le sobrevino después de esa acción, que fue el de quedar dormido por horas, es similar al estado de placidez que queda después que alguien, creyente convencido de sus creencias, ingiere simbólicamente el cuerpo de su deidad.

sábado, 15 de octubre de 2011

Pasión caprina

Tanto hombres como mujeres recurren a animales para su gratificación sexual Por lo general, esto es más frecuente en hombres, y sobre todo en jóvenes del medio rural. Ahí es usual que hombres, en especial adolescentes, utilicen para estos fines diversos animales, como burras, chivas, puercas, vacas, becerras, e incluso aves de corral, como gallinas, patas, pavas, gansas. Y en el medio urbano, no es raro que mujeres utilicen por igual perros, la mayor parte de las veces para placer oral. Algunos llegan a desarrollar una auténtica pasión por un determinado animal, sustituyendo en su preferencia a cualquier ser humano.

Caso No. 16

Es un hombre de 27 años, casado, dos hijos, comerciante, con nivel académico de Bachillerato, originario del interior, con alto nivel económico y social, matrimoniado con una joven de igual o mejor posición socio económica. Siempre se ha considerado sexual mente bien dotado, tanto en sus atributos anatómicos como en sus capacidades y habilidades para satisfacer a su pareja; y por esta auto apreciación entiende que el mayor golpe que podría recibir en su vida es que una mujer de él se le entregue a otro. Pero su verdadera pasión son las chivas, esas caprinas que tanto se ven por la Línea Noroeste y por algunas partes del Sur del país. Por eso le gusta tanto ir a su pueblo, y en especial pasar días en una de las fincas de su familia, porque ahí hay chivas, muchas chivas. Para obtenerlas, construyó una trampa en el patio, cerca de la habitación en la que duerme, para poder escuchar cuando una chiva caiga en ella. Y tiene la seguridad de que será una chiva y no un chivo, porque a estos animales los encierran en corrales diferentes de acuerdo a su género: los chivos en uno, las chivas en otro. Entonces, antes de irse a la cama, abre la puerta del corral de las chivas. Y se acuesta a esperar. Cuando escucha el característico ¡catapún¡ que le indica que una chiva cayó, entonces se levanta y sale, a la hora que sea, a consumar su pasión. Esto lo hace esté solo o en compañía de su esposa, a quien deja tranquilamente durmiendo en su cama. De acuerdo a lo que refiere "quien prueba una chiva no vuelve con una mujer", y habla de lo cálido que es su interior, de las contracciones que pueden provocársele mordiéndole una oreja o golpeándola suave y repetidas veces en la parte anterior del hocico. Pero aunque dice eso que dice, es un hombre de intensa vida sexual, de acuerdo al número de mujeres que ha tenido a lo largo de sus años de vida. Y ha mantenido una relación conyugal en apariencia estable, a pesar de ocasionales asomos de separación.

Comentario

Como se trata de un hombre que ha conocido en la intimidad a un considerable número de mujeres, que las ha tenido de muy diversas características, hay que pensar que lo que las chivas representan para él como gratificación sexual, como objetos de placer, es algo muy particular y de gran fuerza de atracción. Porque vuelve siempre con ellas, por haber diseñado y construido una trampa para ellas, por esperar que una caiga sin importarle estar acostado con su esposa, y por dejar a ésta, a cualquier hora de la noche o la madrugada, para irse con la chiva, exponiéndose incluso a los peligros que puedan acechar a esas horas en un campo.

Las chivas son lo único constante, duradero y estable en su vida sexual; son su verdadera pasión.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Mirar, sólo mirar

Ciertas personas se gratifican sexualmente sólo con mirar a otras en momentos de intimidad, bien sea que estén solas o en pareja teniendo relaciones. Ya vimos en el caso no. 13 un ejemplo de ello, en el que una de las dos mujeres se gratificaba masturbándose mientras miraba a su amiga tener sexo. En términos generales, esto es más frecuente en hombres, y su forma habitual es la de espiar a mujeres cuando están en el baño o en su habitación o en cualquier otro lugar, sin que sepan que las están observando. Los recursos y la preparación del individuo pueden darle un toque particular a esta condición.



Caso No. 15



Es un hombre de 29 años, soltero, no hijos, profesional universitario, que cursa el último año de una especialidad. Su vida sexual ha sido escasa, sin haber tenido una relación estable. Desde hace varios años obtiene su placer observando parejas de hombre y mujer mientras tienen relaciones sexuales. El hombre es siempre un amigo, un conocido; la mujer, una prostituta a quien él le paga su servicio. Los lleva a su apartamento, les brinda bebida y comida, los atiende bien, y una vez que todo está listo para que la pareja empiece, él se encierra en el baño contiguo a la recámara, y desde ahí, cómodamente sentado en un pequeño sillón, contempla la escena a través de una abertura cuidadosamente disimulada en la puerta. Previamente les ha dado las instrucciones de lo que tienen que hacer, que incluye un amplio repertorio de caricias, tanto manuales como orales, y les hace hincapié en que lo último debe ser el coito, pero sin eyaculación, ya que ésta tiene que ser en el exterior, sobre el cuerpo de la mujer, en un área previamente seleccionada por él, y que varía en las diferentes ocasiones. Mientras todo eso ocurre, él se masturba, administrándose de manera tal que su final se produzca al unísono del final del hombre.



Comentario



El hombre es más propenso que la mujer a excitarse sexualmente a través de la vista, por lo que ve. Es raro, por ejemplo, que estando una pareja en una habitación, sea el hombre el que apague la luz o pida que esto se haga. Por lo general, el hombre quiere ver, eso le excita; la mujer, en cambio, prefiere la penumbra, una luz tenue o ninguna luz, quizás porque eso le brinda una mayor sensación de intimidad, de privacidad, lo que la mayor parte de las veces es esencial para la concentración necesaria que llevará finalmente al orgasmo.



Este caso mantiene un ingrediente también visto en el caso 13: el de autocomplacerse mientras se mira a una pareja teniendo relaciones sexuales. Y en ambos podría pensarse en un componente homosexual. En éste, está en que el hombre tiene que eyacular fuera de la vagina, sobre el cuerpo de la mujer, y es cuando este profesional observa eso que entonces él hace lo propio. Podría agregarse a esta interpretación que el hombre de la pareja es siempre un amigo o conocido del profesional. Sin embargo, esto parece obedecer más bien a la facilidad de conseguirlo, y a que, por eso, no tiene que pagarle a él su servicio.